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El BID pide a países de Latinoamérica reducir su deuda para impulsar sus economías

Si se observa el calendario de amortización de la deuda regional en dólares a largo plazo, los países más grandes como Brasil y México tienen cerca del 57 por ciento de las amortizaciones totales, mientras que todos los países de Centroamérica y el Caribe alcanzan sólo el 8 por ciento, de acuerdo con cálculos del BID.

Por Gisela Salomón

MIAMI (AP).— Los países de América Latina y el Caribe se endeudaron justificadamente para enfrentar la pandemia, pero ahora esa deuda está ahogando sus economías y urge reducirla para impulsar el crecimiento y disminuir el riesgo de una crisis, advirtió el jueves el Banco Interamericano de Desarrollo.

La deuda ha ascendido a unos 5.8 billones de dólares equivalentes al 117 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI) de la región, casi tres billones más que en 2008. Durante la pandemia, la deuda pública se disparó del 58 por ciento del PBI en 2019 hasta el 72 por ciento en 2020. Ese financiamiento adicional se utilizó para contrarrestar el impacto del COVID-19 en momentos en que la economía estaba paralizada, ayudó a los hogares a comprar alimentos y pagar atención médica y a las empresas a pagar los salarios de sus empleados.

“Debido a los riesgos del endeudamiento excesivo, la situación actual de América Latina y el Caribe es preocupante”, expresó el organismo financiero en su informe “Lidiar con la deuda, menos riesgo para más crecimiento en América Latina y el Caribe”. “La preocupación es si este aumento de la deuda provocará problemas de sostenibilidad, una nueva crisis de endeudamiento y otra década perdida para la región”, apunta el reporte.

El BID planteó que es importante reducirla en los próximos 10 años de manera gradual a niveles “prudentes” de entre el 46 por ciento y el 55 por ciento del PBI -similares a los de antes de la pandemia- para que las economías vuelvan a encausarse en la senda del crecimiento. Este nivel limitaría los costos de los intereses, ofrecería espacio para la inversión y permitiría un mayor financiamiento en caso de que surjan nuevos shocks negativos, además de mitigar una crisis de endeudamiento.

El informe se reveló en momentos en que los países presentan un panorama poco alentador en un contexto internacional dominado por la desaceleración en las economías más desarrolladas, la continuidad de la guerra en Ucrania, el endurecimiento del acceso al financiamiento por las elevadas tasas de interés y una persistente inflación.

Los pronósticos indican que el crecimiento de la economía latinoamericana se desacelerará al menos a un 1.3 por ciento en 2023, menos de la mitad del 3.6 por ciento de 2022, de acuerdo con el Banco Mundial.

En 2020, por el impacto del COVID-19, la economía regional retrocedió a niveles no vistos en más de un siglo con una contracción de 6.2 por ciento.

Si se observa el calendario de amortización de la deuda regional en dólares a largo plazo, los países más grandes como Brasil y México tienen cerca del 57 por ciento de las amortizaciones totales, mientras que todos los países de Centroamérica y el Caribe alcanzan sólo el 8 por ciento, de acuerdo con cálculos del BID. Las amortizaciones disminuyen de cerca de 460 mil millones de dólares en 2023 a 61 mil millones de dólares en 2033. Si bien la región ha emitido deuda a largo plazo con vencimientos en 2040 y más tarde, la curva de amortización está marcadamente orientada hacia los próximos años.

“El buen manejo de la deuda es fundamental para aumentar las inversiones de buena calidad, proporcionar mejores servicios a los ciudadanos, disminuir los costos de financiamiento y generar mayor crecimiento y empleo”, expresó en entrevista con AP Eric Parrado, economista jefe del BID.

“La mayor preocupación está relacionada con que esta deuda no se pueda manejar en el tiempo y represente una carga para los gobiernos”, dijo.

El reporte examinó el aumento de la deuda en la región y ofreció recomendaciones a los gobiernos. Aclaró que si bien la deuda tuvo un pico durante la pandemia, ya había empezado a incrementarse desde antes. Con la pandemia subieron los gastos y se redujeron los ingresos fiscales, lo que aumentó aún más la deuda pública.

Parrado explicó que una de las recomendaciones principales del BID es que los gobiernos elaboren un plan de política fiscal y endeudamiento que muestre que tienen controlada la situación y den así un mensaje de responsabilidad y prudencia a los mercados internacionales, a las calificadoras de riesgo y a los inversionistas.

El organismo, que con préstamos anuales por cerca de 14 mil millones de dólares es la mayor fuente de financiamiento en la región, aseguró que mejorar las instituciones fiscales ayudaría a mejorar la credibilidad y contrarrestar el aumento de las tasas de interés, el fortalecimiento del dólar y la volatilidad de los precios de las materias primas.

Otra de las recomendaciones es aplanar la curva de amortizaciones y pagos de intereses para destinar esos recursos a inversión productiva y gasto social.

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