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Entre Qatar y la COP 27: apología de la infamia

La organización de la Copa Mundial en Qatar y la Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático de Naciones Unidas- realizadas consecutivamente- el mayor evento deportivo mundial y el encuentro fundamental para la protección del planeta son una muy grave expresión de la pérdida de los procesos democráticos, de la independencia, una expresión de la corrupción y de violaciones a los principios éticos fundamentales y entrega a los poderes fácticos por parte de los organismos internacionales, nunca antes visto. Se trata de un ejemplo nítido y dramático del extremo al que ha llegado la actual crisis civilizatoria con la captura de estos espacios globales que eran o pretendían ser expresión de valores éticos que, supuestamente, manifestaban los mejores deseos de la humanidad.

En el ámbito deportivo internacional se buscaba que estos eventos mostraran los mejores valores de la humanidad, que promovieran la paz entre las naciones y fueran un ejemplo del esfuerzo y la vida saludable y sustentable.

El desarrollo del máximo evento deportivo internacional es la Copa Mundial, basta mencionar que, alcanzó a más de 517 millones de espectadores en la final de 2018. La Copa Mundial en Qatar va en contra de cualquier consideración y de cualquiera de los criterios que supuestamente guían los eventos deportivos internacionales. En Qatar se violan sistemáticamente los derechos humanos, está censurada y es perseguida la libre expresión, siendo común la detención y encarcelamiento de quienes expresan desacuerdos o críticas, incluso en las redes sociales, al régimen del jeque Tamim bin Hamad Al Thani, actual emir de Qatar. En Qatar se expresan claramente las condiciones de la llamada “esclavitud moderna” que llevó a la muerte de 15 mil 021 trabajadores migrantes para la construcción de los estadios e instalaciones para la Copa Mundial. Se trata de un país de solamente 3 millones de habitantes, de los cuales más del 80% son inmigrantes. Un país que nunca antes había participado en una Copa Mundial de Futbol.

Como reporta Amnistía Internacional: “Los trabajadores migrantes realizan el pago de tarifas de contratación exorbitantes para asegurar empleos, con sumas que oscilan entre US$1.000 y US$3.000. A muchos trabajadores les lleva meses o incluso años pagar la deuda, lo que finalmente los atrapa en ciclos de explotación”, laboran más de 12 horas diarias en temperaturas extremas, en condiciones extremas de hacinamiento y pésimamente alimentados y, en muchos casos, con la detención por parte del empleador de sus pasaportes (testimonio en BBC de trabajadores nepalís: https://n9.cl/ctdqh ).

En esta nación se persigue y castiga a las personas LGTTTBI con una pena de 7 años de prisión. Las mujeres están sometidas práctica y legalmente a la tutela de los hombres durante toda su vida, ya sea de sus padres, otros familiares o el esposo al casarse, violando todos sus derechos y castigando su reclamo. La lista de las violaciones a los derechos humanos en Qatar es larga, y extremas e inhumanas las condiciones de trabajo de los migrantes en ese país y, en especial, las condiciones en las que se construyeron los estadios y las instalaciones para la Copa Mundial. ¿Cómo fue que la Federación Internacional de Fútbol decidió realizar la Copa del Mundo 2022 en Qatar y cómo esta decisión va en contra de los supuestos valores del deporte y sus organismos internacionales?

La FIFA se ha convertido en una expresión del crimen organizado en una instancia deportiva internacional. Esto ha quedado documentado en diversas investigaciones recuperadas, parte de ellas, en dos documentales “Los hombres que vendieron la copa” y “Los entresijos de la FIFA”.  La corrupción en la FIFA llegó al extremo con la elección de Qatar. La compra de votos, documentada a través de la distribución de sobres con fajos de dinero durante la elección de la sede para 2022 realizada en 2010, logró que Qatar, con todas las condiciones de violaciones de derechos humanos, sin haber participado en ningún mundial anterior, fuera elegida sede de la Copa Mundial, en vez de los Estados Unidos.

La Copa Mundial inició dos días después de terminar la Conferencia de las Partes de Naciones Unidas sobre Cambio Climático que también desató fuertes críticas por la falta de coherencia, de principios básicos para su organización. 60 organizaciones de salud de alrededor del mundo lideradas por la World Obesity Federation, la Health Climate Network, la NCD Alliance y la Global Climate and Health Alliance, dirigieron una carta pública a Dimon Stiell, Secretario de la Convención Marco de Cambio Climático de Naciones Unidas expresando duramente sus objeciones a que se haya aceptado que la empresa Coca-Cola fuera la patrocinadora de este evento.

Coca-Cola es el principal contaminador de plástico del mundo, cuyos productos están relacionados con la obesidad, la mala salud bucal y las enfermedades no transmisibles (ENT) como el cáncer y la diabetes. La carta dice que patrocinios como el de Coca-Cola ponen en riesgo la transparencia y la naturaleza basada en la evidencia de los diálogos y negociaciones de políticas de la COP27.

Las organizaciones describen que proporcionar una plataforma de tan alto perfil para que los actores corporativos “maquillen de verde” su reputación es incompatible con los objetivos de las negociaciones sobre el cambio climático. Al permitir que Coca-Cola patrocine la COP27, la CMNUCC está contribuyendo a la ilusión de que la compañía está comprometida con el cambio, a pesar de su pobre historial de cumplimiento de sus promesas de sostenibilidad y el impacto que los productos de Coca-Cola tienen en la salud humana y planetaria.

Coca-Cola no sólo ha sido denunciada por su participación en la COP27, también en la Copa Mundial. En 2018, miles de correos electrónicos dirigidos a Gianni Infantino, presidente de la FIFA, de Fatma Samoura, secretaria general de la FIFA y de los miembros del Consejo Asesor sobre Derechos Humanos de la FIFA, denunciaron la incongruencia del patrocinio de la refresquera. El presidente de la FIFA decidió bloquear su correo electrónico.

Las organizaciones denunciaron que la FIFA actúa en contra de las recomendaciones de la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) al mantener como patrocinadores a empresas que producen bebidas y alimentos no saludables que, la propia OMS, recomienda reducir su consumo, especialmente por niñas y niños. Además de exponer que son estas empresas las que activamente bloquean las políticas recomendadas por la OMS para combatir la epidemia global de sobrepeso y obesidad, como los impuestos a estos productos, el establecimiento de etiquetados frontales, la prohibición de su publicidad a niños y adolescentes, entre otras medidas.

La FIFA, con sus acuerdos de patrocinios con estas empresas, permite que su publicidad llegue a 3,400 millones de personas que siguen la Copa Mundial en todo el planeta, cerca de la mitad de la población mundial. En la denuncia hecha pública en 2018 se escribió: “La FIFA está actuando en sentido contrario a la salud y de los derechos de la infancia al establecer como sus principales patrocinadores a Coca-Cola y McDonald’s, empresas que utilizan la plataforma de FIFA y de la Copa Mundial para publicitar el consumo de sus productos, asociándolo con el deporte y formas de vida saludables. Cuando se ha demostrado, a nivel internacional, que las bebidas azucaradas como el refresco contribuyen al desarrollo de enfermedades como obesidad y diabetes.”

 Si la finalidad, como humanidad, es encontrar un desarrollo saludable y sustentable, lo primero es que estas instancias internacionales estén blindadas, bajo la vigilancia ciudadana, de la captura de los poderes fácticos, ya sean gobiernos o corporaciones que atentan contra los derechos humanos, ya sean de mujeres, migrantes, periodistas y propio derecho a la salud.

Alejandro Calvillo

Sociólogo con estudios en filosofía (Universidad de Barcelona) y en medio ambiente y desarrollo sustentable (El Colegio de México). Director de El Poder del Consumidor. Formó parte del grupo fundador de Greenpeace México donde laboró en total 12 años, cinco como director ejecutivo, trabajando temas de contaminación atmosférica y cambio climático. Es miembro de la Comisión de Obesidad de la revista The Lancet. Forma parte del consejo editorial de World Obesity organo de la World Publich Health Nutrition Association. Reconocido por la organización internacional Ashoka como emprendedor social. Ha sido invitado a colaborar con la Organización Panamericana de la Salud dentro del grupo de expertos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ha participado como ponente en conferencias organizadas por los ministerios de salud de Puerto Rico, El Salvador, Ecuador, Chile, así como por el Congreso de Perú. el foro Internacional EAT, la Obesity Society, entre otros.

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