Los secretarios de Gobernación solían guardar una imagen que mediaba entre un muro irrompible y una sombra en la neblina; hombres de pocas fotos y entre ellas, una muy oscura donde están parados en la ventana blindada de su oficina de candelabros dorados, lámparas de pantallas moradas y paredes de madera fina. El imaginario los tenía por tipos bien peinados, sin gabardina pero con trajes negros de mejor marca que los que usaban los agentes de la KGB. Sabían todo, se guardaban todo; hablaban con el Presidente sin hablar con él. Evadían entrevistas y el protagonismo.
Obviamente ese no es Adán Augusto López, trabasqueño de 59 años, quien en 2001 renunció al PRI para incorporarse al PRD y luego se fue a Morena. Pero tampoco es el perfil de Olga Sánchez Cordero –la primera Secretaria de Gobernación mujer–, Alfonso Navarrete Prida, Miguel Ángel Osorio Chong, Alejandro Poiré, Francisco Blake Mora, Fernando Gómez-Mont, Francisco Javier Ramírez Acuña o Santiago Creel Miranda. Separo a Carlos Abascal Carranza y a Juan Camilo Muriño, con historias oscuras; el primero por sus vínculos con la ultraderecha mexicana y el segundo, por las acusaciones –entre otras– que lo vinculan con un presunto pacto con los líderes del narcotráfico, en el que habría participado el General Mario Arturo Acosta Chaparro, torturador y asesino de la “Guerra Sucia”, rescatado por Felipe Calderón de la prisión para, según los testimonios, llevar a cabo tareas en el drenaje.
¿De dónde viene esa fama, pues? Del pasado. Eso fueron Fernando Gutiérrez Barrios y Manuel Bartlett, Mario Moya Palencia, Luis Echeverría y Gustavo Díaz Ordaz; éstos últimos, por cierto, los únicos secretarios de Gobernación en más de medio siglo en ser presidentes. Muchos después de ellos –Osorio Chong, Creel o Labastida– lo intentaron sin éxito. Ahora es Adán Augusto el que busca. No hay encuesta pública que indique que romperá el hechizo y que su puesto le dará para ser candidato de la izquierda en 2024, pero eso no lo desacelera. Todo lo contrario. Aprieta paso. El país está pintado de su precampaña, ideada como respuesta directa a la de Claudia Sheinbaum. La de ella decía: #EsClaudia, la de López es #AhoraEsAdán.
“Fue Andrés Manuel [López Obrador] quien lo metió a la lista de las ‘corcholatas’”, dice alguien que ha estado cerca de los dos tabasqueños. La realidad, agrega, es que no estaba en sus planes ser precandidato.
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Combino escenarios hipotéticos para preguntarme si alguno de los precandidatos optará por no reconocer la encuesta de la izquierda que definirá a la candidata o candidato presidencial para 2024. Adán Augusto López aceptará el resultado, sin duda. Su carrera en serio apenas comienza. No que no fuera alguien (exgobernador de Tabasco) antes de llegar a Gobernación, pero no era mucho, con decencia dicho lo anterior; no se le tenía en la escena nacional.
Rebelarse contra el movimiento no tiene mucho sentido; tampoco lo creo tocando puertas en la oposición y que se las abran. En todo caso, y de eso quiero hablar enseguida, deberá cuidar bien sus ímpetus porque el arrebato es mal consejero. Algunos opinan que ha jugado demasiado rudo; que trae un equipo por allí, soterrado, que está pagando campañas sucias en las redes contra sus contrincantes dentro de Morena. Ya había hablado sobre esto en mi texto anterior, “Nuevos apuntes de la sucesión”. Escribí esto:
“El informe contiene 103 páginas. Indica que se detectaron tres cuentas de Facebook que atacan a los morenistas Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal, Layda Sansores y Delfina Gómez. ‘La inversión total de los anuncios a las personas arriba mencionadas al día 19 de febrero es de 164 mil 486 pesos en 172 anuncios’, agrega el reporte. Enseguida detalla: • 72 mil 074 pesos a favor de Adán Augusto • 75 mil 945 contra Claudia Sheinbaum • 8 mil 781 en contra de Marcelo Ebrard • 4 mil 191 contra Ricardo Monreal • 2 mil 599 contra Delfina Gómez • 896 pesos contra Layda Sansores. Los montos son pequeños pero hay que recordar que se trata, según dice el documento, del análisis de gasto de un solo día. Agrega: ‘Cincuenta anuncios promocionan o favorecen a Adán Augusto mientras que hay 57 en contra de Claudia Sheinbaum, 25 en contra de Marcelo Ebrard, 13 en contra de Ricardo Monreal, 5 en contra de Layda Sansores y dos en contra de Delfina Gómez’”.
Es decir, Adán Augusto, o quienes le están operando la precampaña (quién sabe con qué dinero), están gastando miles, quizás cientos de miles en campañas de odio contra los otros precandidatos y aquí es donde digo que el arrebato es mal consejero. Todo en las redes se sabe y todo en las redes –benditos metadatos– tarde o temprano salta. El Secretario de Gobernación se había ganado una prematura fama de prudente y negociador. Ahora arrastra una de marrullero. Y si no llega a la candidatura presidencial, como indican casi todas las encuestas, tampoco le dará para defenderse de los que pudo haber ofendido en su ambición.
Dicen que todos los borrachos en la boda se sienten en algún momento el novio de fiesta. Así lo veo. Echando todo como si no hubiera mañana. Y mañana, si esos informes (porque son varios) son ciertos, uno de esos a los que ofende la campaña pagada (quién sabe con qué dinero) podría ser Presidenta o Presidente de México. El juego de Adán Augusto puede terminar de la peor manera.
No sería la primera vez que el Secretario de Gobernación se muestra inmaduro e imprudente. Para sorpresa de muchos, acumula escándalos como quien reúne alegremente puntos en su tarjeta de crédito sin pensar en que es deuda lo que acumula. No fue prudente verse del brazo de Héctor Melesio Cuén mientras el Gobernador Ruben Rocha Moya intenta deshacerse de ese parásito que tiene sus propio partido y secuestrada la Universidad de Sinaloa. No fue prudente acusar al delegado de programas del Bienestar en Chihuahua, Juan Carlos Loera, de haber robado la elección a Cruz Pérez Cuéllar, Alcalde de Ciudad Juárez, ambos de Morena. No fue prudente correr al programa de Joaquín López-Dóriga a echarle la responsabilidad de la tragedia de migrantes a Marcelo Ebrard. Etcétera.
López Hernández tiene, como digo, varios episodios de imprudencia bastante notorios. No los reúno aquí porque no es el caso. Me parece que se le hace fácil no cuidar sus palabras en eventos públicos y mucho menos en eventos privados. Quizás, al menos en eso, debería aprender del mito de los secretarios de Gobernación que solían guardar una imagen que mediaba entre un muro irrompible y una sombra en la neblina; sabían todo y se guardaban todo; hablaban con el Presidente sin hablar con él. Y evadían las entrevistas y el protagonismo.
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¿“Ahora es Adán Augusto”? Bueno, ha crecido en las encuestas. ¿Le alcanza a Adán Augusto? Bueno, quedan poco más de tres meses para que se clarifique la pregunta. Mientras tanto, creo, el Secretario de Gobernación podrá cosechar algunas lecciones que le sirvan para su futuro. Una de esas lecciones, inevitable, la obtiene en Ricardo Monreal. No le da para ser candidato presidencial de Morena y con él se acaba la lista hacia abajo pero, muy a su estilo, acumula bonos para canjearlos más adelante por algo. El tema con el Senador es si le da para canjearlo por lo que él espera.
Que Monreal tenga tan buena prensa no es sino una confirmación de que va por su propio carril sin importar consecuencias. La misma prensa que ofende a diario al Presidente es la que lo trata con tanta benevolencia. Y algo similar pasa en el Congreso: los jefes morenistas en la Cámara de Diputados se sientan alegremente con el PAN a negociar una Reforma al Tribunal Electoral pero no pudieron sacarle a López Obrador el Plan A que tocaba al INE. Y en el Senado, Monreal se sienta con panistas para que le aprueben incondicionales en el INAI mientras él mismo vota en contra de lo propuesto por el Jefe de Estado.
Monreal, sin embargo, difícilmente podrá ser candidato presidencial de la izquierda y en estos momentos cualquiera puede poner en duda que le alcance para ser el abanderado de la izquierda en la Ciudad de México. Algunos dudan incluso que de la derecha. Tanto que se ha dedicado a acumular poder y quizás no gane una interna en la capital mexicana. El proverbio del cazador aplica en él: abrió las manos tan anchas para traerse todas las liebres y no atrapó ni la que se le cruzaba entre las piernas. Ahora es Adán quien puede aprender en la vida del otro. Aunque, y también se vale, perfectamente puede desechar lecciones no vividas y vivir las propias y a ver hasta dónde llega. Cada quien construye a su manera. Al final, como dijo aquél, “fue Andrés Manuel quien lo metió a la lista de las ‘corcholatas’”.
Alejandro Páez Varela
Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017).
Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx