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La Comisión Estatal de Víctimas negó ayuda funeraria para madre buscadora, denuncian

María Luisa Núñez, creadora del Colectivo Voz de los Desaparecidos en Puebla, reprochó que autoridades se niegan a pagar un servicio funerario, pero que sí, “gastan en pagarle a artistas para festividades” como el 15 de septiembre.

Ciudad de México, 6 de octubre (SinEmbargo).- La Comisión Ejecutiva Estatal de Atención a Víctimas (Ceeavi) habría negado el apoyo de servicio funerario para los familiares de Blanca Esmeralda Gallardo, la madre buscadora que fue ejecutada el pasado 4 de octubre en la Unidad Habitacional Villa Frontera, denunció la creadora del Colectivo Voz de los Desaparecidos en Puebla al medio digital E-Consulta.

En entrevista vía telefónica con el reportero Arturo Gutiérrez, María Luisa Núñez Barojas, creadora del Colectivo Voz de los Desaparecidos, refirió al portal que la Comisión se negó a dar atención a los familiares de Blanca Esmeralda, a pesar de que “su presupuesto para este año fue de 33 millones de pesos”.

“Les dijeron que con cuánto contaban, que consideraran que el dinero no alcanzaba. El presupuesto de la Ceeavi para este año fue de 33 millones de pesos y que no puedan pagar un servicio funerario, no es posible, pero eso sí, hubo para pagarle a Alejandra Guzmán y otros artistas”, reprochó la integrante del colectivo a E-Consulta.

Compañeros de Esmeralda Gallardo, quien fue asesinada el pasado 4 de octubre, acompañaron el traslado de su cuerpo a la funeraria. Esmeralda buscaba a su hija desaparecida desde 2021. Foto: Mireya Novo, Cuartoscuro.

Además, la integrante del colectivo acusó que el cuerpo de Esmeralda aún no era entregado a sus familiares.

De acuerdo con el periodista Edmundo Velázquez, de Periódico Central, el Servicio Médico Forense (Semefo) de la Fiscalía General del Estado de Puebla tardó más de 36 horas en entregar el cuerpo de Esmeralda Gallardo.

Entre manifestaciones del colectivo Voz de los Desaparecidos, al que pertenecía Esmeralda, se entregó el cuerpo y salió en una carroza del Semefo, el cual se ubica en la zona de Agua Santa, en la capital poblana.

Familiares de la madre buscadora llegaron al sitio desde la tarde de ayer, después de que se dio a conocer su identidad luego de que sujetos la ejecutaran cuando esperaba el transporte público que tomaba para ir a su trabajo.

El colectivo Voz de los Desaparecidos en Puebla señaló que Gallardo fue asesinada en la ciudad de Puebla. El Servicio Médico Forense tardó más de 36 horas en entregar el cuerpo de Esmeralda a sus familiares por un trámite burocrático. Foto: Mireya Novo, Cuartoscuro.

A pesar de que el Gobernador Miguel Barbosa Huerta aseguró el 5 de octubre que las investigaciones del caso de Esmeralda Gallardo avanzaban con rapidez, la entrega de su cuerpo se retrasó.

La principal razón del retraso fue un tema burocrático, ya que Esmeralda Gallardo era originaria de Ciudad Mendoza, Veracruz, por lo que su familia tuvo que tramitarle un acta de nacimiento digital.

Cuando los familiares presentaron el documento, los funcionarios del Semefo no lo aceptaron y les exigieron una acta certificada, lo que atrasó aún más la entrega del cuerpo de la madre buscadora.

Tras los requerimientos, el grupo Voz de los Desaparecidos realizó una velada la noche del 4 de octubre hasta entrada la madrugada. La agrupación regresó esta mañana para insistir en la entrega del cuerpo de Esmeralda Gallardo, hasta que finalmente lo entregaron alrededor de las 13:00 horas.

“En nuestra compañera nos vemos reflejados y estamos abandonados por el Gobierno, a nuestra suerte, a que nos rasquemos con nuestras uñas. Estamos en total desamparo”, dijo María Luisa Núñez Barojas.

Desde enero de 2021, Esmeralda buscaba a su hija Betzabé Alvarado, quien desapareció junto a su amiga Fabiola.

Al confirmar el deceso de Blanca Gallardo, la Fiscalía de Puebla se comprometió a resolver el caso “lo antes posible”.

“Déjense de discursos superficiales y garanticen los derechos y seguridad de las víctimas, los derechos y seguridad de las familias de personas desaparecidas”, pidió el colectivo a las autoridades en un comunicado.

De acuerdo con la Oficina de Derechos Humanos de Naciones Unidas en México, Gallardo murió baleada. La institución condenó el asesinato y apuntó en un comunicado que “habría proporcionado en distintas ocasiones información relevante acerca de la desaparición de su hija, la cual no fue retomada efectivamente en la investigación del delito, ni en la búsqueda”.

La hija de Gallardo, Betzabé Alvarado Gallardo, desapareció en el barrio humilde de Villa Frontera en enero de 2021.

En agosto, otra activista de búsqueda, Rosario Rodríguez Barraza, murió en el estado norteño de Sinaloa, donde tiene su base el cártel de la droga del mismo nombre.

En 2021, otra buscadora, Aranza Ramos, apareció muerta un día después de que su grupo encontró una fosa de cadáveres aún humeante en Sonora, también en el norte. A principios de ese año, el voluntario Javier Barajas Piña fue tiroteado en Guanajuato, el estado más violento del país.

El motivo de esos asesinatos sigue sin estar claro. En el pasado, muchos buscadores dijeron públicamente que no buscaban evidencias para condenar a los autores de las muertes.

En esta imagen de archivo, un familiar vestido con una camiseta con la imagen de un niño desaparecido, inspecciona una zona donde se sospecha que podría haber cadáveres de personas desaparecidas, justo a las afueras de Cuautla, México, el 12 de octubre de 2021. Foto: Fernando Llano, AP, archivo.

La mayoría de los equipos de búsqueda voluntarios están formados por las madres de los más de 100 mil desaparecidos en México.

Ante la inacción o la incompetencia de las autoridades, muchas se ven obligadas a realizar sus propias investigaciones o a unirse a equipos de búsqueda que, con base en pistas, recorren barrancos y campos hundiendo barras de hierro en el piso para detectar el olor revelador de los cadáveres en descomposición.

Los buscadores, y los agentes de policía que les acompañan en algunas ocasiones, suelen centrarse en hallar fosas y en identificar los restos. A veces, los grupos reciben pistas anónimas sobre el lugar donde están enterrados los cuerpos, una información a la que probablemente sólo tienen acceso los asesinos o sus cómplices.

Pero las voluntarias cuentan a menudo que reciben amenazas y están vigiladas, probablemente por la misma gente que asesinó a sus hijos, hermanos y maridos.

-Con información de AP y Periodico Central.

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