Iztapalapa fue durante siglos una hermosa península paradisiaca rodeada de agua dulce, rica en flora y fauna, y poblada por comunidades entretejidas con canales y chinampas, con sistemas de captación y manejo hídrico extraordinarios. ¿Cómo pasó a convertirse en las últimas décadas en un caso mundial de hiperurbanización desecada por la devastación ambiental? ¿Qué se hace hoy para darle la vuelta a la trayectoria que llevaba al colapso hasta hace un puñado de años a la Alcaldía más poblada de la Ciudad de México? ¿Es posible que de la crisis surja un manantial de posibilidades?
Paraíso pulverizado
La península fue conocida como “Sierra de Ahuizotl” en la época prehispánica, que significa “Animal anfibio”, pues al verla de lejos asemejaba dicha especie emergiendo del lago de México Tenochtitlan. Se compone de una cadena de siete volcanes de entre 2 mil 400 y 2 mil 820 metros de altura; Xaltepec o “Cerro de la Cruz”, Tecuauhtzin o Santiago, La Caldera, Yohualixqui, Tetecón, Tetlalmanche el más alto; así como el cerro sagrado Huitzachtepetl, o Citlalteptl, respetado por los Culhacanos y posteriormente los Mexicas.
Los Coluhas se asentaron en torno a los alrededores del Huitzachtepetl, ahora llamado Cerro de la Estrella, fundando Culuhacán, uno de los dos poblados originales de la Ciudad de México, en gemelazgo con Atzcapotzalco. Este altepetl, protegido por su ubicación en la costa de la punta norponiente de la península, lejos de la entrada guardada por el gran Tetlalmanche.
Nuestras abuelas y abuelos vivían despreocupados por el acceso al agua pura, gracias a tres factores: en primer lugar, haberse ubicado justo en la costa que recibía las corrientes de aguas dulces que fluían entre los lagos de México y Xochimilco; en segundo lugar, debido al abundante régimen de lluvias de la zona; y en tercer lugar, porque los permeables suelos de la Sierra permitían una generosa infiltración hídrica, la cual nutría los manantiales faldas abajo (mismísimas aguas que actualmente acaparan la Bonafont y zonas residenciales fuera de Iztapalapa).
A partir del tlatoani Acamapichtli, los Colhuas se emparentaron con los Aztecas, que vivían en medio de la nada en un aislado islote lacustre, al prosperar la triple alianza en 1472. Los iztapalapenses coadyuvaron a la construcción del Albarradon de Nezahualcoyotl, en su momento la más asombrosa obra de ingeniería hidráulica del mundo, que controló el acceso a aguas para los altepetl de Iztapalapa, Tenochtitlan, Tlaltelolco y Aztcapotzalco.
Las comunidades lacustres a las que nos referimos, fuertes y dignas, hacían honor a sus lazos con el resto de las poblaciones integrantes del Huey Tlahtocan del Anahuac, Gran Consejo que las aglutinaba. Respondiendo a ello, hace 502 años, jugaron un papel decisivo, dirigidos por Cuitláhuac, el 30 de junio de 1520, en la Noche de la Victoria que hizo correr asustadas a las huestes españolas, pasando por encima de los cadáveres de sus aliados tlaxcaltecas seguidores de Ixtlixochitl, quienes fueron empujados a ahogarse en los fosos para hacer posible el paso de caballos y cañones.
Cuando 13 meses después se produjo la rendición de Tenochtitlan, Iztapalapa se convirtió en la zona más castigada del ensangrentado Valle de México, cuyo maravilloso sistema hidráulico fue destruido y sus aguas drenadas, sus comunidades fueron arrasadas y la hermosa serranía minada para obtener tezontle que hoy adorna el gentrificado Centro Histórico de la ciudad.
Los sobrevivientes del paraíso pulverizado presenciaron cómo, del otro lado de la destruida calzada de Iztapalapa, se erigía con sus recursos y trabajo esclavizado, la ciudad de los palacios virreinal.
Aguas drenadas
Desde entonces Iztapalapa ha sido castigada por intereses ajenos a sus comunidades y pueblos, cuya resiliencia la convirtió en un baluarte de dignidad y lucha. Ejecutada la invasión española, drenados sus canales y chinampas, destruídos los centros ceremoniales y calzadas, casas de estudio, zoológico, casas de códices, la propia sustentabilidad hídrica fue arruinada.
Bajo el yugo del minado, la Sierra fue perdiendo la integridad de sus volcanes, su vegetación, gran parte de sus suelos y hasta su identidad. Al desdibujarse, al lugar se le dan dos nombres: Sierra de Santa Catarina vista desde Iztapalapa, y Sierra de Guadalupe, vista desde Tláhuac. Así, entre el siglo XVI y el siglo XX, Iztapalapa se convirtió en tierra de nadie, simple polvo de aquellos lodos.
Hace un siglo, recién culminada la Revolución Mexicana, Iztapalapa tenía apenas 10 mil habitantes, tres cuartas partes de ellos agraristas triunfantes de luchas comunales recientes, resurgidas de siglos del yugo impuesto por las haciendas. Para 1960 había crecido 25 veces mientras que su población era ahora netamente urbana. Sin embargo, la verdadera explosión comenzó durante la década de los 70 cuando en Iztapalapa se disparó la hiperurbanización, sufriendo uno de los mayores índices de hacinamiento del entonces Distrito Federal.
Desde 1970, las áreas naturales de la Sierra de Santa Catarina se han visto estranguladas por el crecimiento urbano caótico, que siempre ha sufrido por falta de agua. Ello fue cosa poco importante para los funcionarios del PRI de la época, alguno de los cuales sentenció que pasando la Calzada Ermita Iztapalapa hacia el suroriente, se estaba ya de plano en el “cuarto mundo”.
Iztapalapa contó siempre con una cuota de agua menor a las demás zonas de la ciudad, y este predicamento se agudizó a partir de la sequía de 2005, cuando los cortes de agua se hicieron extensivos a toda la Delegación. En el estiaje de 2010, los 625 mil habitantes de la Sierra de Santa Catarina siguieron llevando la peor parte, al sufrir de 17 días sin agua.
¿Y las tradicionales fuentes de agua? Éstas se fueron anulando, conforme se tapizó con cemento la superficie del suelo, para dar pie a un crecimiento urbano desbordado que paradójicamente aumenta las exigencias de agua, al mismo tiempo que obstruye la infiltración hacia sus acuíferos.
Se ha extraído agua del subsuelo, más allá de su capacidad de recarga. Ello a partir de 68 pozos oficialmente reconocidos y muchos más pozos clandestinos, cuyas aguas el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACMEX) exporta con frecuencia a zonas residenciales de la Ciudad o dota a precio de regalo a embotelladoras trasnacionales que la convierten en mercancía lucrativa.
Cerrando un círculo vicioso, la sobreextracción de lo acuíferos los abate provocando severos hundimientos. Se extrae agua de cada vez mayores profundidades sacando a la superficie aguas fósiles de gran antigüedad (5 a 8 mil años) que ponen en riesgo nuestra salud, y han provocado fracturas en 19 mil viviendas, así como en la infraestructura urbana, afectando las redes de agua, misma que se contamina adicionalmente por las filtraciones.
Dado que históricamente Iztapalapa ha sido la entidad de más alto crecimiento en la Ciudad de México, la crisis del agua ha sido un asunto anunciado.
La Alcaldía de Iztapalapa
Intentando solucionar las demandas más básicas de la gente, con un caso de sobrepoblación como pocos en el mundo, y en medio de la crisis hídrica, la Alcaldía de Iztapalapa se pinta sola. Con 1.9 millones de habitantes, su población es mayor a la de ocho estados de la República. Aunque solo cubre el 7.6 por ciento de la superficie de la Ciudad de México, alberga el 20 por ciento de su población. La mancha urbana ha devorado casi la totalidad de su superficie total y mientras más crece su población, mayor es la exigencia del líquido vital para saciar su sed.
Dado que la Constitución de la Ciudad de México no le da a la Alcaldía facultades directa sobre su sistema de aguas, esto ha requerido a la población en el territorio y a sus actuales autoridades a avanzar a contracorriente en acciones innovadoras.
Originalmente, el colapso hídrico se ha evitado gracias a la participación desde abajo, ya que desde los años setenta y ochenta se han venido construyendo sujetos comunitarios. Los cuales se organizaron e instalaron redes de agua y drenaje, promovieron casas purificadoras de agua y desde los años noventa, a contrapelo del neoliberalismo, defendieron las zonas de recarga, promoviendo acciones para decretar Áreas Naturales Protegidas en la Sierra de Santa Catarina.
Cuando después de tres décadas de lucha autogestiva desde comunidades urbano populares, Clara Brugada accedió al gobierno local, su preocupación constante fue atender la cuestión del agua para los iztapalapenses. Desde su inicio en 2009, el Primer Gobierno Popular, con apoyo de funcionarios y técnicos honestos, universidades y la sociedad civil, llevó a cabo políticas públicas y proyectos piloto de captación de agua de lluvia, tratamiento de aguas residuales, y proyectos innovativos en materia hídrica y de género, como las “Mujeres Plomeras”, así como por otro lado, en la escala metropolitana, el importante proyecto de habilitación del Lago Tláhuac-Xico, que iniciaría el cambio de paradigma hídrico en la Cuenca de México.
El Proyecto de Habilitación del Lago Tláhuac-Xico, hoy enarbolado por la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, ha sido un esfuerzo multiactor que se inició en respuesta a la crisis anunciada. Plantea evitar las grandes inundaciones en la zona, regenerar los ecosistemas, reanimar a la agonizante agricultura local y dotar agua a 900 mil personas en el área más castigada del Valle de México, sirviendo además como semillero de proyectos comunitarios sustentables.
En su momento, el Proyecto fue acordado por el Consejo de Cuenca del Valle de México el 15 de abril de 2010, y fue firmado por Marcelo Ebrard, Enrique Peña Nieto y Miguel Angel Osorio Chong, así como por el Director General de CONAGUA, José Luis Luege Tamargo. Además, fue enarbolado el 9 de julio de 2010, vía el Manifiesto por el Agua por los Delegados de Tláhuac, Milpa Alta, Xochimilco e Iztapalapa y los presidentes municipales de Valle de Chalco y Los Reyes La Paz en el oriente del Valle de México, así como por Ramón Aguirre, Director General del Sistema de Aguas de la Ciudad de México.
Sin embargo, entre 2012 y 2018, los subsecuentes gobiernos le dieron la espalda a las soluciones hídricas para la población posterior a la del Plan Hídrico que tiene al Lago Tlahuac-Xico como su proyecto emblemático e incluye el sistema de subcuencas que cubren mil 470 km2 de nuestro entorno.
Da pena ajena recordar que en esos años, Miguel Ángel Mancera se refería a la vibrante localidad como “Iztapalacra”, y que con ese desprecio por nuestras comunidades y por la naturaleza mandó sepultar con escombros parte de los Lagos Xico y San Gregorio, ¡así como promover fraccionamientos ilegales sobre los inestables y riesgosos cúmulos de desechos! Como sucede con el fraccionamiento de engañoso nombre “Bosques de Xico”, con el que se enriquecen actualmente operadores políticos de su partido, el PRD, heredero de las peores prácticas del viejo PRI.
Mancera intentó además avanzar en la privatización del agua con una Ley de Aguas regresiva, y alentó que el SACMEX cortara no solo el agua, sino también el flujo de información hacia la Delegación, para buscar invisibilizar la discriminación que sufría la población de Iztapalapa en el acceso equitativo al agua. Asimismo, se negó a impulsar acuerdos multilaterales de corto plazo para mitigar el problema, así como a la evaluación de las consecuencias de sus políticas hídricas.
Durante este período, la Coordinadora Nacional Agua para Todxs Agua para la Vida logró descarrilar la Ley Mancera, frenar la instalación de nuevos Pozos Profundos y del peligroso Pozo Ultraprofundo en Cerro de la Estrella, cuna misma del Anáhuac y cuestionar el despojo del agua de las comunidades para otorgarla a megaproyectos inmobiliarios en zonas sin disposición hídrica.
De modo central, Agua para Todxs impulsó, de acuerdo con la Reforma al Artículo 4º Constitucional del 8 de febrero de 2012, una Ley General de Aguas (LGA) enarbolada por investigadores de la UAM Iztapalapa, así como por decenas de otras universidades, centros de investigación, pueblos originarios, grupos de mujeres, sindicatos, ejidos y comunidades.
Ahora
En los últimos tres años, la Alcaldía de Iztapalapa ha avanzado un mayor acceso al agua, con apoyo de la Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, dando pasos hacia su buen gobierno orientados con miras a reestablecer el equilibrio hídrico.
Pero una golondrina no hace verano. Actualmente, el andamiaje que sostiene las acciones positivas del gobierno local es frágil y ha dependido de luchas cotidianas y compromiso personales de funcionarios transformativos, porque no se cuenta aún con el indispensable marco legal de una Ley General de Aguas y una Ley de Aguas de la Ciudad de México, ni con estructuras financieras permanentes, que por contrario, sí se ofrecen al fracking y a trasvases improcedentes.
Dentro de los pasos loables dados por la Alcaldía hacia una gestión que respete el derecho humano al agua y avance hacia la sustentabilidad a contrapelo de los intereses creados, en las escuelas públicas de Iztapalapa se han instalado 101 plantas purificadoras que garantiza el agua potable; y el programa de acupuntura urbana de la Alcaldía ha mitigado mil 415 grietas en la vía pública al mismo tiempo que se han construido 62 pozos de absorción que permiten un manejo adecuado del agua pluvial, evitando inundaciones e inyectando el líquido al acuífero.
Junto con el Gobierno de la ciudad, la autoridad local de Iztapalapa ha madurado otras acciones: labora en la captación de agua de lluvia para consumo doméstico, beneficiando a 9 mil 626 viviendas, aunque es una medida que por su alcance no se compara con el acopio de aguas pluviales en cuerpos de agua, atiende urgentes necesidades familiares. Asimismo, el gobierno local distribuye agua de forma universal, directa y sin corrupción en las viviendas que sufren escasez o interrupción del servicio, lo cual permite garantizar un mínimo vital para la población.
Subrayemos a las Utopías, una propuesta de espacios vitales para la reconstrucción del tejido social en Iztapalapa. Clara Brugada, la Alcaldesa; Raúl Basurto, su Director General de Obras y Desarrollo Urbano; Lía Membrillo, su Coordinadora de las Utopías, y un gran equipo joven han hecho posible el despegue de un proyecto innovativo, que se brinda gratuitamente a la población, para generar distintas vivencias y aprendizajes de todo tipo, incluyendo desde luego, la gestión hídrica:
En relación con el conocimiento sobre las subsidencias y su relación con la extracción intensiva de agua del acuífero, la Alcaldía construyó recientemente una Utopía con vocación científica en San Sebastián Tecoloxtitlán, afectado por hundimientos diferenciales; rescató en la Utopía Atzintli un gran espacio para la captación de los escurrimientos pluviales de la Sierra de Santa Catarina y su inyección al acuífero.
En las once Utopías ya funcionando a lo largo y ancho de Iztapalapa, además de las actividades que promueven el cuidado del agua y medio ambiente, se promueve un arcoíris de opciones enteramente gratuitas para nutrir el tejido familiar comunitario. Se ofrecen talleres de género, adultos mayores, música, teatro y diseño digital, círculos de lectura apoyados por bibliotecas instaladas en aviones en desuso que cuentan con equipos de cómputo, y por una biblioteca móvil en San Miguel Teotongo.
Volviendo al tema hídrico, ahora desde un punto de vista lúdico y de salud, en las Utopías, al interior de todo tipo de actividades deportivas, se promueve la natación mediante albercas semiolímpicas y una alberca olímpica en la Utopía Meyehualco, estableciéndose así una nueva relación con el agua en colonias populares, donde antes no la había ni para beber, y promoviendo así entre la juventud, el desarrollo físico y mental que permitirá lograr campeones de Iztapalapa para el mundo a finales de esta década, siempre y cuando este vital esfuerzo se consolide en el mediano y largo plazo.
Encauzar las aguas
Es imperativo consolidar estos esfuerzos transformativos sin ser arrastrados por turbulentas corrientes de aquí al 2024. En el futuro próximo, la rectoría pública del agua en Iztapalapa debe estar respaldada por un Sistema de Aguas de la Ciudad de México de cara al pueblo y respetuoso de las propuestas e iniciativas locales, no de negocios y futurismos.
Sería ingenuo pensar que son posibles nuevas formas de gestión hídrica sin la participación organizada de centros de planeación e investigación, la ciudadanía y las comunidades, como lo demuestra la rebelión exitosa de fin de año en Milpa Alta, Xochimilco, el movimiento urbano popular (MUP) y una coalición de organizaciones cívicas ante el intento de imponer un Ordenamiento Territorial de la Ciudad de México que abriría la puerta de atrás, según estos movimientos, para la urbanización de 30 mil hectáreas de suelo de conservación del sur de la ciudad.
Ayudará a dar la batalla por al agua promover una Contralorías Ciudadanas Autónomas del Agua, de acuerdo con la propuesta de Dictamen de Ley General de Aguas actualmente en el Senado de la República, y que para nuestro caso contempla ya la Constitución Política de la Ciudad de México, en su transitorio 37, gracias a las gestiones con los constituyentes de Agua para Todxs en 2017.
Hay un avance alcanzado gracias a la Segunda Caravana por el Agua Ome Atl que después de recorrer Tlalpan, Xochimilco, Tláhuac, Valle de Chalco e Iztapalapa, culminó en el Zócalo el 23 de agosto de 2022, donde logró la toma de protesta del Grupo Promotor de una contraloría para la Cuenca de México, en acto realizado al interior de la Casa de la Primera Imprenta de América de la UAM, teniendo como testigo de honor a Claudia Sheinbaum. Este hecho acompañado por el anuncio del Proyecto de Habilitación del Lago Tláhuac-Xico fue ampliamente celebrado por organizaciones en lucha, redes sociales y la prensa nacional.
Hay que enfatizar que este esfuerzo debe ser resguardado por una Ley General de Aguas a nivel nacional y una Ley de Aguas de la Ciudad de México que abandonen para siempre la mercantilización del agua, los privilegios a las embotelladoras trasnacionales y a las inmobiliarias, para abrazar los derechos humanos usando la planeación consensuada e instancias incluyentes con instrumentos eficaces para construir el buen gobierno del agua en dicha Alcaldía.
Naturalmente, en el futuro es necesario consolidar las acciones que se hacen desde Iztapalapa por la vía de la formalización de políticas públicas y su indispensable financiamiento, hasta lograr cambiar el actual modelo de gestión hídrica por uno que garantice la equidad y la sustentabilidad con participación que empodere a las comunidades y a los ciudadanos.
Las reservas del vital líquido para la Cuenca de México son escasas. Las grandes decisiones sobre el manejo hídrico en medio de la crisis climática se están tomando por encima de nuestras cabezas. Si bien el agua cae del cielo para todas las personas y podemos aprender a captarla, ahorrarla, reutilizarla, además de acciones micro, también requerimos hacer músculo para formar parte de la toma de decisiones sobre el gobierno del agua, garantizar agua para todas y todos, agua para la vida.
Para crear las condiciones que permitan lograr aguas limpias y accesibles que vigoricen a comunidades fuertes y organizadas, las propuestas de la Alcaldía de Iztapalapa, en conjunción con más de un millón de corazones, brazos y mentes, ofrecen para 2023 un manantial de posibilidades.
Pedro Moctezuma
Coordinador del Programa de Investigación para la Sustentabilidad de la UAM e integrante de la Coordinadora Nacional Agua para Todxs Agua para la Vida