Se entiende que la mayoría de la prensa tradicional evite el tema de sus libros, publicado por SinEmbargo. El Senado pagó millones de pesos, hasta con firmas falsas, para la compra de miles de ejemplares de Ricardo Monreal. Eran supuestamente para el acervo, pero el Senador los estuvo regalando en actos de precampaña y reuniones de Morena. Y se entiende, insisto, que la mayoría de la prensa tradicional ignore el tema, pero Morena no puede ignorarlo. No debe ignorarlo. Debe buscar, por su propio bien, que se aclare este tema. Una Senadora y un Senador, morenistas ambos, han dicho que les falsificaron firmas. ¿Y luego? ¿A qué horas se va a pronunciar la institución? ¿O como el PRI, o como el PAN, o como Calderón, intentará simplemente voltear a otro lado cuando el elefante les da con la cola enfrente de todo mundo?
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Muchos de nosotros tenemos elefantes en el cuarto; asuntos que debemos resolver y que no resolvemos porque la fuerza de un individuo tiene límites, todos tenemos límites, y a veces nos dedicamos a sacar lo inmediato. La vida misma es, muchas veces, un equilibrio entre nosotros y los muchos elefantes. El verdadero problema viene cuando un elefante se nos crece y no nos deja respirar. Es un cáncer que hace metástasis.
Yo creo que Felipe Calderón es, en sí mismo, un enorme elefante en la sociedad mexicana. La oposición lo ve como un activo porque no tiene líderes y porque abandonó las causas reales, como la democracia, la verdad y la justicia, y se ha dedicado a recuperar el poder. Es como el adicto que roba en su propia casa para pagarse drogas. Que el PAN sea aliado del peor PRI en décadas, el de Edomex y el de Coahuila, explica bien lo que digo. Que PRD, PRI, PAN y Movimiento Ciudadano defiendan a Calderón también.
No hubo, en estos años, deseos de mejorar prácticas y reconquistar a los electores. Aconsejados por una élite intelectual que aborrece a AMLO por sus propias razones, los partidos opositores se dedicaron a lanzar basura en vez de preparar propuestas. Hasta es un lugar común decir que no han podido construir siquiera un proyecto alterativo de Nación y que el único que más o menos se dio a esa tarea de armarlo, es Claudio X. González, con todo lo que eso representa.
Pero además está la decisión de no llevar a juicio a Felipe Calderón, acusado de haber provocado, por decisiones políticas, una guerra con decenas de miles de muertos, desaparecidos y desplazados. No meterlo en la causa judicial de “Rápido y Furioso”, por ejemplo, me parece un desatino. O no generar una discusión nacional sobre las decisiones que nos llevaron a la gran tragedia. El único juicio que se le sigue es el de García Luna en Estados Unidos y ya vimos: olímpicamente puede ignorarlo y a unas horas de que se dicte sentencia atreverse a escribir un ensayo sobre cómo regresar al poder.