I
Cómo se escribe
la palabra universo,
dónde inicia,
qué letras descifran su presencia;
cómo se pronuncia,
cuantas vocales y consonantes
se entrelazan:
¿qué quiere decir?
Cuál es el sentido que se advierte
al leerla y escucharla:
sustantivo, verbo, adjetivo.
Qué funciones y significados expresa,
cuantos pronombres lleva.
Sus dimensiones,
es posible advertirlas,
pasado, presente, futuro,
qué tiempo le corresponde mejor.
Cómo redactar su historia
con palabras y números;
¿acaso la Cábala vislumbrando
en la intuición de cada amanecer?
II
Dentro de uno
el vínculo de la percepción,
es el lugar:
este cuerpo de la vida
al que pertenecemos;
la bondad intrínseca,
su grandeza contenida
en la propia respiración,
en la crucial renunciación,
que permite contemplar
la vastedad
que la ventana enmarca,
más allá de las montañas
y sus pormenores:
es un poema trágico
y una oda a la divinidad,
un bucle en las costillas del océano,
las olas incansables
en su escritura de sal,
los apuntes del sol,
la espiral de las aves
en el aplauso del viento.
El mástil invisible
que sostiene
las nocturnas velas;
esas nubes,
estampados relatos del velo
de una luna impecable,
tierna y seductora
que se convierte,
de la noche a la mañana
en la frialdad pura,
aún con sus caricias
capturadas
en el vaho de los vidrios;
relatos de tormentas
que advierten la vecindad
inseparable del peligro;
el esmeril del carácter
y la destreza que definen
el destino.
III
El poder del universo
es desdoblarse:
la mentira rasga la luz
en su caída libre;
la verdad es tierra firme
en la oscuridad.
La mesa cuadrada, rectangular,
redonda,
recuerda
que siempre compartimos
la foto inverosímil
de nuestra identidad desaparecida.
El universo
tumba y cuna
de la vida
y su locura:
el sol
la blanca quemadura
que preside el arcoíris,
un incendio de incontables siglos;
trescientos mil millones de estrellas,
dioses y sacrificios
y el misterio inaudito
que la escritura indaga;
signos donde la vibración perdura,
las cuerdas que respiran sus latidos
en la espiral de la galaxia.
El arco y la flecha,
su vuelo inalcanzable;
el sino,
esa sombra que nos precede;
la compasión del agua
y su oculto fuego,
en la vía láctea
de nuestra conciencia y sentidos.
El universo,
sin su pronunciación,
la historia es la narración
de una frustrada travesía.