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El dinero de García Luna ¿será como el de “El Chapo” Guzmán?

Fotografía de archivo del Secretario de Seguridad Pública de México, Genaro García Luna, en una conferencia de prensa el 8 de octubre de 2010, en la Ciudad de México.
“La Fiscalía no ha aportado datos de sus estados financieros e inversiones, como tampoco de su procedencia en el tiempo en que las realizó”. Foto: Marco Ugarte, archivo, AP

Hay un dicho popular que dice que el amor, la tos, el humo y el dinero no se pueden esconder por mucho tiempo.

Especialmente el dinero y más, cuando es mucho y es mal habido, y pertenece a un alto funcionario, que técnicamente debería vivir en la medianía juarista por tener un salario de Gobierno que da para una vida resuelta, pero, no para grandes inversiones mayúsculas, menos para una vida de super lujo.

La puesta en escena que se celebra contra Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública en la Corte del Distrito Este de Nueva York, nos ha permitido ver retratos de capos envejecidos que han dejado el traje gris o naranja carcelario para vestir trajes oscuros y corbatas sobrias y, escuchar relatos, con mayor o menor fuerza argumental, de haber entregado en directo millones de dólares al entonces funcionario público que, a decir por ellos, nunca fue sólo a la recepción de ese dinero que provenía de distintas fuentes del crimen organizado incluso, que en una ocasión, fue “levantado“ y, llevado ante Arturo Beltrán Leyva, para poner los puntos sobre las íes.

Los primeros capos hablaron de que entregaron entre 10 y 15 millones dólares, y todavía faltan decenas de comparecientes, además, el Gobierno mexicano acusa de la desaparición de otros 27 millones de pesos.

Y ya encarrerado el residente de Palacio Nacional, afirma con contundencia, que son 700 millones de pesos por un enriquecimiento inexplicable que su Gobierno exigirá que lo regrese a las finanzas públicas de México.

O sea, estamos hablando de centenas, quizá miles, de millones de pesos que habría entrado al bolsillo del exsecretario y sus compañeros.

Pero ¿dónde está el dinero?

Se sabe que el funcionario “se daba una vida de super lujo” en los Estados Unidos incluso que tiene inversiones en empresas de asesoría en seguridad y restaurantes que administra su esposa.

Pero, hasta ahí.

La Fiscalía no ha aportado datos de sus estados financieros e inversiones, como tampoco de su procedencia en el tiempo en que las realizó.

Puede ser que atienda a las fases procesales del juicio y, en algún momento, nos enteremos de esa información clave, decisiva, para dilucidar sobre las acusaciones que pesan contra el hoy residente en el Centro Metropolitano de Detenciones de Brooklyn.

No obstante, ha trascendido que esa información, no se ventilara en la Corte y si eso es verídico, agregado, al argumento del abogado Cesar de Castro, defensor ante la Corte de García Luna, lo dicho por los capos es porque buscan, a través de sus confesiones y acusaciones, una reducción de sus penas corporales, pero, sale al paso y afirma contundente que no hay evidencia porque: “No hay dinero. No hay fotos. No hay videos. No hay textos. No hay correos electrónicos. No hay grabaciones… Ninguna evidencia creíble, plausible, de que García Luna ayudó a los cárteles”. 

Esto de ser cierto dejaría sin fundamento a la Fiscalía norteamericana y, prácticamente, quedaría en ridículo. ¿Será? Podría haberse metido en este juicio ¿teniendo sólo los dichos de los capos? o ¿está pesando en el juicio los servicios prestados de García Luna a las agencias norteamericanas que le granjearon las fotos sonrientes con personajes del calibre de Barack Obama, Hilary Clinton, Eric Holmer o Lindsey Graham.

Si no hay evidencia contundente, ¿cómo es que García Luna fue detenido en Dallas en diciembre de 2019 y, desde entonces, permanece bajo resguardo en una prisión federal?, ¿cómo es que sus abogados seguramente caros, muy caros, no han podido ponerlo al menos en libertad restringida con un grillete electrónico?

Veamos, de los cinco delitos que se le imputan, cuatro de ellos, están relacionados con el narcotráfico: “Participar en una empresa criminal, conspiración para la distribución internacional de cocaína, conspiración para la distribución y posesión de cocaína, y conspiración para la importación de cocaína. El quinto delito que se le imputa es prestar falso testimonio a las autoridades estadounidenses”.

Es decir, si se caen las acusaciones vinculadas al narcotráfico por no haber evidencia los miembros del jurado estarían en la disyuntiva de castigar a un “inocente” o, liberarlo, de las acusaciones que le hace el Fiscal con lo que prácticamente quedaría absuelto, libre, incluso, como ocurre frecuentemente en los Estados Unidos aquel podría demandar a su Gobierno por los años que estuvo preso en esa prisión catalogada entre las peores de nuestros vecinos del norte.

En México, el Gobierno obradorista está preocupado, pero mantiene la cautela y el Presidente López Obrador ha dicho a la prensa: “Hay que esperar a ver qué va a suceder en el juicio… no debemos interferir”, lo sorprendente en este caso, como en el de Edgar Veytia, el exfiscal nayarita, este personaje iba y venía de Estados Unidos a México, haciendo negocios en los dos países, durante el Gobierno de Peña Nieto y López Obrador, y nunca se le molestó, menos se le detuvo o se le abrió una carpeta de investigación en la FGR y, ahora, se le señala, quizá, con mucha razón, de ser la cara sucia del calderonismo.

¿Qué hará AMLO si el jurado lo declara inocente por lo que ha dicho el abogado De Castro que no hay evidencia? “No hay dinero. No hay fotos. No hay videos. No hay textos. No hay correos electrónicos. No hay grabaciones…”.

¿Qué tiene el Gobierno mexicano que no haya tenido hasta antes de la detención en diciembre de 2019? O, peor, si es así, ¿qué tanto pesaría aquello que evitó que García Luna fuera indiciado en nuestro país y que podría de nuevo activarse? ¿Eso explica la cautela presidencial?

Son preguntas no menores que esperemos se respondan con el tiempo y, esto que hoy, al estilo de Hollywood, se ha convertido en espectáculo al menos, para la audiencia, podría significar poner en entredicho el relato oficial sobre el calderonismo y sus vínculos con el crimen organizado.

Y termino preguntándome, ¿dónde está el dinero? ¿Terminara como la fortuna de “El Chapo” Guzmán, “uno de los más ricos del mundo”, según Forbes, que nunca se supo dónde se encontraba?

Al tiempo.

Ernesto Hernández Norzagaray

Doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Ex Presidente del Consejo Directivo de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales A. C., ex miembro del Consejo Directivo de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política y del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana de Ciencia Política A.C. Colaborador del diario Noroeste, Riodoce, 15Diario, Datamex. Ha recibido premios de periodismo y autor de múltiples artículos y varios libros sobre temas político electorales.

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