Para ellos el pueblo no existe, sólo son legítimos los intereses de la oligarquía, esa amalgama de compromisos egoístas y mezquinos que representan políticos corruptos que entreveran sus intereses con empresarios ventajosos y acomodaticios, que están acostumbrados a hacer negocios al amparo del poder público y con el dinero de los contribuyentes.
Durante décadas se sintieron dueños del país y mientras en sus discursos plantean ideas idílicas y presumiblemente democráticas, ahora están aliados en reclamo de los privilegios perdidos.
En este momento crucial de su historia, hay mucho de hipocresía en las ideas que aseguran promover y los intereses que en la práctica están dispuestos a defender.
El Partido Revolucionario Institucional se asume como heredero de la filosofía de la Revolución Mexicana y durante siete décadas fue el brazo electoral de los gobiernos impulsados por la misma organización política que con el tiempo cambió de nombre y experimentó una profunda transformación de hábitos y compromisos.
El Partido Nacional Revolucionario se fundó el 4 de marzo de 1929 impulsado por el presidente Plutarco Elías Calles; después cambia de nombre a Partido de la Revolución Mexicana en 1938, durante el Gobierno del general Lázaro Cárdenas del Río y finalmente se le denomina Partido Revolucionario Institucional en 1946, durante el régimen de Manuel Ávila Camacho.
En sus Estatutos establece que “el Partido Revolucionario Institucional es un partido político nacional, popular, democrático, progresista e incluyente, comprometido con las causas de la sociedad; los intereses superiores de la Nación; los principios de la Revolución Mexicana y sus contenidos ideológicos, así como los derechos humanos plasmados en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que se inscribe en la corriente socialdemócrata de los partidos políticos contemporáneos”.
¿Es posible reconocer esa filosofía política en los discursos y en la conducta pública de su actual presidente nacional Alejandro Moreno Cárdenas?
También explica el PRI en sus Estatutos que “el Partido está formado por la alianza social, plural y democrática de las organizaciones sociales que desde su fundación han integrado sus sectores Agrario, Obrero y Popular, y por la ciudadanía considerada individualmente o a través de su incorporación individual en las organizaciones nacionales y adherentes que sostienen una plataforma de principios y programa de acción que se identifican con los postulados de la Revolución Mexicana y la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos”.
¿Es reconocible alguna defensa de los intereses de obreros, campesinos y los segmentos populares del pueblo, en las acciones concretas del actual PRI?
El control del PRI fue tomado por una corriente de tecnócratas formados en universidades extranjeras, quienes durante los más recientes 36 años, desde el Gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988) hasta la administración de Enrique Peña Nieto (2012-2018), le impusieron al Revolucionario Institucional una filosofía neoliberal.
¿Cuáles son los principios y compromisos que el PRI dice sostener?
Enumera: “Garantizar la integridad del territorio nacional; preservar la soberanía del país y el manejo sobre los recursos reservados para el dominio de la Nación; consolidar la República representativa, democrática, laica y federal; garantizar el ejercicio de la soberanía del pueblo a través de los Poderes de la Unión y por los Poderes de los Estados y de la Ciudad de México en lo que toca a sus regímenes interiores”.
Frente a su realidad, el discurso del PRI es irreconocible y probablemente eso ha propiciado una persistente migración de militantes tricolores hacia otros partidos, principalmente hacia Morena.
¿Y en dónde se ubica el PAN, el socio político privilegiado del PRI? En su Proyección de Principios de Doctrina, actualizada en 2002, el PAN plasma algunas de sus ideas esenciales.
Señala que el PAN centra su pensamiento y acción en la primacía de la persona humana, protagonista principal y destinatario definitivo de la acción política. Busca que el ejercicio responsable de la libertad en la democracia conduzca a la justicia y a la igualdad de oportunidades para la consecución del bien común.
Agrega el PAN en sus principios de doctrina que la equidad de género significa que mujeres y hombres deben desarrollarse plena, libre y responsablemente. La discriminación existente contra la mujer en la familia, el trabajo, la política y en las demás esferas sociales es inaceptable. Los hombres y mujeres deben reconocer mutuamente su valor propio, y responsabilizarse el uno del otro, compartiendo las tareas que les corresponden dentro y fuera de la familia, sobre la base de igualdad de derechos y de obligaciones.
¿Han observado o escuchado ustedes en los congresos estatales o federal que el PAN haya encabezado alguna santa cruzada en favor de las mujeres, en reclamo de sus libertades y derechos, y en respaldo a su facultad de decidir lo que mejor acomode a sus intereses y su conciencia?
El PAN asume también que el mercado es condición necesaria para el desarrollo económico; pero no es suficiente para garantizar el sentido humano de la economía. En consecuencia, se requiere la acción rectora y rectificadora del Estado para atenuar las profundas desigualdades sociales de nuestro país. El mercado debe liberar las potencialidades económicas de la sociedad, y el Estado debe vigilar su ordenado desenvolvimiento, para garantizar que concurra al interés nacional, se subordine al bien común y busque la justicia en las relaciones económicas, declara el partido albiazul.
¿Si en sus principios de doctrina el PAN asume que el papel regulador del Estado es esencial, por qué critica las políticas de la actual administración en defensa de la soberanía, de la supremacía rectora del Estado frente a las depredadoras empresas nacionales y extranjeras, y por qué descalifica los afanes del gobierno de la llamada Cuarta Transformación en busca de autosuficiencia energética y alimentaria?
Enemigos históricos que parecían irreconciliables, PAN y PRI llegaron finalmente a un punto de convergencia. Secuestrados ambos partidos por los mismos intereses, desdibujados, víctimas de sus ideologías extraviadas y extenuadas, ahora luchan desde la misma trinchera, lo cual explica porque el principal impulsor y cohesionador de su alianza político electoral sea el prominente empresario Claudio X. González Guajardo.
Los que parecían extremos, finalmente terminaron juntos y tendrán un candidato común a la Presidencia de la República, que podría ser, porque no, un representante de la élite del empresariado de México, al que ambos partidos están dispuestos a servir.
Pedro Mellado Rodríguez
Periodista que durante más de cuatro décadas ha sido un acucioso y crítico observador de la vida pública en el país. Ha cubierto todas las fuentes informativas y ha desempeñado todas las responsabilidades posibles en medios de comunicación. Su columna Puntos y Contrapuntos se ha publicado desde hace más de tres décadas, en periódicos como El Occidental, Siglo 21 y Mural, en Guadalajara, Jalisco. Es profesor de periodismo en el ITESO, la Universidad jesuita de Guadalajara.