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Irreconciliable – SinEmbargo MX

Nadie quiere volver al sexenio de Calderón o Peña pero tampoco a la “dictadura perfecta”. Foto: Moisés Pablo Nava, Cuartoscuro

Parece irreconciliable, querido lector. La disputa en la que las fuerzas políticas en México están sumergidas. Si dividiéramos el país en dos polos (como falsamente es presentado) de un lado estarían quienes apoyan al gobierno lopezobradorista y quienes apoyan a la oposición en una disputa que no parece tener ningún punto de arribo común. No hablo de los acuerdos fácticos que se toman en el Congreso, sino de la narrativa. Sobre todo, en torno al INE donde todo está lleno de slogans y de simplificaciones groseras. Es fácil sumarse a la narrativa opositora porque, en efecto, nadie quiere que se desmantele la institución que nos permitió acceder a la democracia. Sería una catástrofe total regresar a los tiempos en los que no teníamos elecciones auténticas, solo la voluntad del presidente. No creo que nadie quiera esa vuelta autoritaria, porque nos tomó décadas de acuerdos y negociaciones, en un camino accidentado, defender el voto. Es a la izquierda misma a quien se le debe esa lucha que tomó no solo décadas, sino la vida de cientos de militantes. Conseguimos, como país, desarrollar el sistema que, desde hace veintidós años, nos ha posibilitado escoger, entre todos, a nuestros gobernantes. Estas décadas, sin embargo, también nos mostraron que el voto solo no iba a poder hacer cambios de fondo. Un sistema asolado por la corrupción emergió, el derroche de la clase política se volvió ofensiva y nos legó una guerra sangrienta promovida por la corrupción de altos mandos, como es el caso de García Luna en el sexenio de Calderón. El sistema también prohijó una clase política despótica e impune y una élite clasista llena de privilegios: la inequidad se volvió monstruosa. Más de una década de tragedias llevó a la gente a votar por la izquierda por primera vez. La promesa de López Obrador era erradicar la corrupción y terminar con los privilegios de políticos rapaces, y también atender la inequidad, fue él quien por primera vez puso en el discurso a los pobres, como centro de su campaña, que son la mayoría de este país. Como sabemos, ganó las elecciones de manera arrasadora.

Bien, esta lectura, este diagnóstico (dicho burdamente) es el que la oposición es incapaz de compartir, ahí está el gran problema: para ellos, el estado del país que gobernaron durante dos décadas era aceptable: las instituciones funcionaban a la perfección, la corrupción no existía, el INE y sus funcionarios eran jueces imparciales. Es sorprendente, por decir lo menos, que transcurridos cuatro años del gobierno, sigan repitiendo el mismo discurso y dejando entrever que en realidad buscan una restauración de ese sistema que convirtió a México en una fosa clandestina. Están muy preocupados por defender al INE, lo cual es comprensible porque la reforma atenta contra el sistema democrático, pero no en hacer un juicio crítico a su propia actuación antidemocrática y facciosa; las formas en que mayoritearon y sesgaron a las instituciones. Ya se les olvidó que llevaron a cabo las mismas prácticas que hoy critican, enjundiosos. El cinismo es tal, que el expresidente Calderón puede presentarse como un demócrata, mientras en Estados Unidos su mano derecha en seguridad es encontrado culpable por sus vínculos con el narcotráfico, en su sangriento sexenio: miles de personas murieron debido a la colusión criminal de sus funcionarios con el crimen organizado, convirtiendo a su gobierno en un brazo criminal más. Su oferta parece ser, pues, que regresen al poder a reinstaurar un orden criminal y excluyente. Una y otra vez, los vemos prometiendo deshacer lo que este gobierno ha hecho. El delirio llega al punto de ofrecer construir un aeropuerto que ya fue desechado, como si el dinero fuera suyo y se usara de manera vertical y discrecionalmente, como dicen que López Obrador lo usa. Son incapaces, está visto, de ser críticos, salvo con el actual gobierno que vaya que debe criticarse, porque en realidad se les parece mucho.

Esta incapacidad monumental de la oposición le ha dejado el camino libre al lopezobradorismo para que se comporte como ellos mismos solían hacerlo. La captación del Estado por una facción política parece una deriva natural en un sistema que siempre estuvo tomado por los grupos que ocupaban el poder. La narrativa de López Obrador tiene éxito precisamente porque ha logrado definir a esa oposición que se niega a redefinirse y a ofrecerle a la gente algo distinto.

Sin embargo, a pesar de que casi todas las discusiones las ha ganado el gobierno, esta vez parece que la lucha de la oposición porque no se modifique al INE, va ganando en el discurso. Por primera vez parecen haberle arrancado al presidente la narrativa o al menos haber logrado imponer una contra narrativa eficaz: nadie quiere volver al sexenio de Calderón o Peña pero tampoco a la “dictadura perfecta”.

Y es que los cambios en el INE, cualquier reforma electoral, debería ser producto de intensas deliberaciones y negociaciones entre todas las fuerzas políticas. Imponer mayorías en abierta violación del orden constitucional y no convencer a minorías, los exhibe como autoritarios y muy probablemente la reforma vaya a ser desechada por el poder judicial. Políticamente, será un fracaso para el gobierno que todo lo reduce a gasto oneroso y austeridad, capaz de defenestrar vía la inanición a cualquier institución de México que opere eficazmente, incluida aquella por la que llegaron al poder y que les costó la vida de militantes que creyeron en un México mejor, no en un México más pobre, sin instituciones que mantener.

María Rivera

María Rivera es poeta, ensayista, cocinera, polemista. Nació en la ciudad de México, en los años setenta, todavía bajo la dictadura perfecta. Defiende la causa feminista, la pacificación, y la libertad. También es promotora y maestra de poesía. Es autora de los libros de poesía Traslación de dominio (FETA 2000) Hay batallas (Joaquín Mortiz, 2005), Los muertos (Calygramma, 2011) Casa de los Heridos (Parentalia, 2017). Obtuvo en 2005 el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes.

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