El intercambio entre el presidente Andrés Manuel Lopez Obrador y el periodista Jorge Ramos en la Mañanera del jueves pasado me hizo recordar los diálogos imposibles de cualquier buena comedia de enredos. Una discusión en la que dos protagonistas hablan de la misma cosa pero cada cual teniendo en mente algo completamente distinto. Una comedia de enredos salvo en dos sentidos: primero, el hecho de que al estar hablando de miles de muertos el asunto no tiene nada de cómico; y, segundo, que en una obra los dos protagonistas no están conscientes del equívoco porque ignoran el punto de partida del otro. Pero no creo que sea el caso ni de Ramos ni de AMLO. Me explico.
El periodista le hace saber al presidente que su gobierno es el más violento en la historia moderna de México, ya que el número de asesinados supera al que se registró en el sexenio de Calderón y está a punto de rebasar al de Enrique Peña Nieto. Una verdad inapelable, pues resulta de las estadísticas oficiales divulgadas por el gobierno de la Cuarta Transformación. No es cierto, responde tajante el presidente aunque sin animosidad, por el contrario, a lo largo de todo el diálogo mantendrá un trato respetuoso hacia Ramos. Y acto seguido López Obrador suelta una andanada de estadísticas para demostrar que los asesinatos han disminuido durante su periodo cuando se contrasta con los de sexenios anteriores. Uno y otro intercambian argumentos una y otra vez remitiéndose cada cual a su propia estadística, sin analizar la del otro. Ambos terminan la conversación donde la comenzaron, convencidos de tener la razón y de que el otro está equivocado.
A partir de ese momento las redes sociales y la prensa se lanzaron a la cargada de ridiculizar y denostar la posición de uno o del otro, dependiendo del lado en el que militan en la aguda polarización que nos divide.
Y no obstante, como en la comedias de enredos, los dos estaban en lo correcto y a la vez estaban en el error, dependiendo del ángulo desde el que se parta. A razón de más de 30 mil muertos por año, el sexenio de López Obrador es mucho más sangriento que los anteriores, por supuesto. Pero también es cierto que a diferencia de los dos que le precedieron, es el primero en el que el número de asesinados ha comenzado a descender.
Hace unas semanas, en otro espacio, señalé que en el sexenio de Felipe Calderón los asesinatos pasaron de 8,900 a 26 mil anuales, un crecimiento de 193 por ciento; con Enrique Peña Nieto aumentaron otro 59 por ciento al registrar 23 mil en su primer año y 36 mil en el último.
En los primeros tres años del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador la cifra prácticamente se congeló en 36 mil anuales, lo cual puede ser leído a conveniencia de cada cual. Para sus detractores eso representa más de 100 mil homicidios en medio sexenio, un récord que, a sus ojos, demostraría que este gobierno lo ha hecho peor. Los simpatizantes de Morena dirán que AMLO recibió al país con niveles de inseguridad que arrojaban 36 mil muertos anuales, no 8 mil como es el caso de Calderón o 23 mil en el de Peña Nieto.
Lo cierto es que es la primera vez que durante tres años continuos la cifra de asesinatos no crece; más aún, los datos de enero a julio del cuarto año, comparados con periodos equivalentes arrojan por fin un descenso importante: 10.4 por ciento y el Gobierno asegura que 2022 terminará con 15 por ciento menos homicidios que en años anteriores. Incluso si así fuese estaríamos hablando de 30 mil muertos al año; una cifra escandalosa en cualquier nación del mundo pero, en el contexto de lo que hemos vivido, un signo de esperanza.
Hace unos días INEGI dio a conocer la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2022. Se trata de una estadística muy significativa para los expertos porque incluye los delitos que no son reportados ante las autoridades (la mayoría), pero sí reconocidos por la propia población. El resultado es categórico: en 2018 hubo 33 millones de delitos, en 2021 bajaron a 28 millones, casi cinco millones menos. Para los ciudadanos también fue un cambio significativo: en 2018 sufrieron algún tipo de delito 12.6 millones de hogares, el año pasado bajó a 10.8 millones. Siguen siendo muchos ciertamente, pero casi dos millones menos que con Peña Nieto.
Jorge Ramos tiene razón, nunca han habido tantos asesinatos como en el sexenio de AMLO; pero también este tiene razón, en su administración habrán disminuido los homicidios con respecto al país que le entregaron seis años antes. La violencia es insoportable, pero está disminuyendo, pero es insoportable, pero está disminuyendo, pero es insoportable… Usted escoja.
Twitter @jorgezepedap
Jorge Zepeda Patterson
Es periodista y escritor.