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Las irritantes mañaneras – SinEmbargo MX

Durante más de ocho décadas, desde el encumbramiento de los gobiernos que presumiblemente eran herederos de la filosofía de la Revolución Mexicana, pasando incluso por las administraciones panistas de Vicente Fox Quesada y Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, el principal cliente publicitario de la mayoría de los periódicos impresos, de la televisión y de la radio convencional fue el Gobierno. Tanto en el ámbito federal, como en las administraciones estatales y municipales.

La narrativa referida al Gobierno, con sus muy honrosas excepciones, siempre fue complaciente, sumisa y deliberadamente manipulada, para ocultar los excesos, abusos y corruptelas que se cometían desde el poder. Los medios eran una caja de resonancia para elogiar las grandes obras y los grandes avances de los gobiernos en turno, mientras se ocultaba la verdad al pueblo.

Los privilegios de los cuales gozaban los medios de comunicación, o mejor dicho, los dueños de las grandes corporaciones informativas, estaban vinculados a los grandes negocios que se podían hacer con el dinero público, que no estaban sólo reducidos a la esfera de la publicidad oficial y a los disimulados subsidios que se otorgaban a los dúctiles, los complaciente, los cínicos y los mentirosos, que torcían la verdad para disfrutar de su muy rentable connivencia con el poder público.

En los dos más recientes sexenios, antes de la llegada de Andrés Manuel López Obrador y del autollamado Gobierno de la Cuarta Transformación, los gastos en publicidad oficial eran ofensivamente dispendiosos.

Entre 2007 y 2018, los gobiernos del panista Felipe de Jesús Calderón Hinojosa (2006-2012) y del priista Enrique Peña Nieto (2012-2018) gastaron en publicidad oficial, en números redondos, 116 mil millones de pesos, según reseña Artículo 19, en su Informe anual 2018, intitulado “Ante el silencio, ni borrón ni cuenta nueva”, presentado en la Ciudad de México el 2 de abril de 2019.

Calderón Hinojosa gastó en publicidad oficial, entre 2007 y 2012 más de 56 mil millones de pesos, mientras que Peña Nieto, para el mismo propósito, destinó más de 60 mil millones de pesos, que lubricaron una muy complaciente y redituable relación con la mayoría de los más poderosos medios o grupos de comunicación.

Para tener una referencia concreta del profundo cambio que experimentó el país en esa perversa relación de medios de comunicación y Gobierno, podemos rescatar datos muy concretos: en 2018, en el último año de gobierno de Peña Nieto, el mandatario priista gastó en publicidad más de nueve mil 500 millones de pesos. En tanto que en su primer año de gobierno, López Obrador sólo gastó en publicidad, durante 2019, un total de mil 550 millones de pesos.

Esto significó que el gasto realizado por el Gobierno de López Obrador en su primer año equivale al 16.31 por ciento del total que realizó la administración de Peña Nieto en su último calendario. Dicho de otra manera, entre 2018 y 2019 la merma de recursos públicos que por publicidad llegaron a medios de comunicación en México, convencionales -prensa, radio y televisión- o plataformas digitales, fue del 83.69 por ciento.

La misma organización Artículo 19, muy crítica con la actual administración del Presidente López Obrador, explicó en su informe 2018 los perniciosos daños que esta relación entre medios de comunicación convencionales y gobierno tuvo en perjuicio de los lectores y las audiencias, en detrimento de la libertad de expresión y del derecho a la información.

“Este gasto desmesurado conllevó dos inconvenientes para la libertad de expresión. El primero es que ese dinero servía de soporte a una relación tóxica de contraprestación política entre los medios que lo recibían y el Gobierno. Esto fracturaba la posibilidad de éstos de ser editorialmente independientes de la administración pública. El segundo (inconveniente) es que, al no existir criterios claros y transparentes para la asignación de publicidad, el gobierno tenía en sus manos la posibilidad de castigar a los medios críticos negándoles recursos y de premiar a aquellos cuya cobertura favorecía al Gobierno, asignándoles montos generosos”.

¿Cómo repercutió la nueva política publicitaria del Gobierno federal en los medios de comunicación?

Veamos algunos ejemplos ilustrativos. En 2018 Televisa recibió mil 258 millones de pesos en publicidad y en 2019 sólo 167 millones. Televisión Aztecas recibió en el último año de Peña Nieto 808 millones de pesos y en el primer año de López Obrador únicamente 168 millones de pesos.

Periódicos como El Universal tuvo 313 millones de pesos de publicidad en 2018 y en 2019 sumó poco más de 49 millones de pesos. Imagen Televisión recibió en el último año de Peña Nieto 297 millones de pesos y en el primer calendario de López Obrador sólo tuvo pautas publicitarias por 42 millones de pesos. Grupo Radio Fórmula recibió en el primer caso 240 millones de pesos y en los 12 meses siguientes sólo 47 millones de pesos.

En forma paralela, el Presidente López Obrador inició sus conferencias informativas mañaneras, en donde ha expuesto los puntos de vista del Gobierno y su posición con respecto a las criticas, objeciones o ataques que recibe su administración de los grupos de medios de comunicación convencionales más poderosos, que por supuesto no están contentos con la actual administración federal.

La narrativa de la llamada Cuarta Transformación ha impuesto la agenda informativa diaria y ha irritado cotidianamente a sus rivales políticos, incluyendo a los medios de comunicación abiertamente sumados a la oposición y en defensa de la oligarquía que durante las más recientes cuatro décadas entreveró los intereses y los negocios de una clase política sumamente corrupta y un segmento del empresariado abusivo y depredador.

Por eso  es normal que en las recientes semanas hayan proliferado las voces que reclaman y exigen la cancelación de las conferencias mañaneras del Presidente López Obrador, quien el pasado lunes 10 de abril se refirió al tema.

“Están muy nerviosos los adversarios. ¿No ven también que ya quieren que no haya mañaneras? Es un nivel de intolerancia que muestra con claridad el autoritarismo de los conservadores y sus voceros, nada más quieren hablar ellos. Imagínense que nos quedáramos sólo esperando las noticias de la televisión, de la radio, los comentaristas de radio, de televisión, los columnistas de los periódicos”, cuestionó el Presidente.

Agregó López Obrador: “Entonces, (les) llena de desesperación, (ver) como no les funcionan sus estrategias, muy perversas, por cierto, inmorales, pues ahora se van por lo más directo y descarado, ¿no? Que desaparezca la mañanera”.

Y concluyó el mandatario con un reproche: “Eso sí, hablan de democracia, de libertades, de pluralidad, de tolerancia, de que no quieren la polarización. No, claro que no quieren la polarización, quieren la hegemonía, quieren ser ellos nada más los únicos, se acostumbraron, y ahora que ya la gente está asumiendo un papel protagónico, que ya no hay ciudadanos imaginarios, manipulables, porque ya no hay analfabetismo político en México, ellos se desesperan, se ofuscan y enseñan el cobre. Esto es una muestra clara del autoritarismo conservador y de su hipocresía”.

¿Por qué algunos comunicadores y académicos están tan enojados con López Obrador y la Cuarta Transformación? La revista Proceso puso énfasis en el desmoronamiento del ingreso y las utilidades de empresas y periodistas empresarios, en una información publicada el 13 de abril del 2020.

Señala, por ejemplo, que la empresa Estrictamente Digital, que edita el portal Eje Central, perdió 88.5 por ciento de sus ingresos federales, pues de siete millones de pesos pasó a 841 mil pesos, mientras la revista Nexos, dirigida por Héctor Aguilar Camín, pasó de 11 millones a 151 mil pesos.

Advierte Proceso que las empresas vinculadas con el historiador Enrique Krauze también sufrieron un recorte importante: su productora Editorial Clío Libros y Video pasó de 9 millones a nada, mientras que la Editorial Vuelta, que publica la revista Letras Libres, pasó de cuatro millones en 2018 a 142 mil pesos en 2019.

La crisis de las empresas convencionales de comunicación está presente desde hace por lo menos una década. Y con el paso de los años se ha profundizado. Agobiadas por sus crecientes costos operativos, por la caída significativa de lectores y audiencias, y una cada vez más magra recompensa publicitaria, que emigra con inusitada celeridad a internet, ven ahora con curiosidad, azoro, miedo y esperanza el universo de la virtualidad infinita, donde se fusionan las coordenadas de tiempo y espacio, y en donde la información y la comunicación nos ofrecen oportunidades hasta ahora inimaginables.

En el caso de México y de muchos otros países de América Latina, los medios convencionales, agobiados por la brutal disminución de las pautas publicitaria de los gobiernos, que durante décadas financiaron la incompetencia de empresas acostumbradas a permanecer en una zona de confort, que se lubricaban con las complicidades y el sometimiento al poder, tendrán ahora que encontrar nuevos caminos, no sólo para mantenerse, sino para reinventarse y para sobrevivir con el más elemental decoro, en un mundo que jamás volverá a ser igual.

Los medios convencionales y algunas plataformas digitales ubicadas en la oposición y en la confrontación con el actual Gobierno, tendrán que seguir soportando las mañaneras, que nutren a un segmento importante de la población de la otra versión de la verdad, frente a la perversidad informativa de quienes manipulan y distorsionan los hechos o la interpretación de los hechos.

Pedro Mellado Rodríguez

Periodista que durante más de cuatro décadas ha sido un acucioso y crítico observador de la vida pública en el país. Ha cubierto todas las fuentes informativas y ha desempeñado todas las responsabilidades posibles en medios de comunicación. Su columna Puntos y Contrapuntos se ha publicado desde hace más de tres décadas, en periódicos como El Occidental, Siglo 21 y Mural, en Guadalajara, Jalisco. Es profesor de periodismo en el ITESO, la Universidad jesuita de Guadalajara.

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