Todo indica que no hay poder humano que pueda frenar la militarización del país. Las voces que están en contra no son escuchadas. Esta vez el presidente Andrés Manuel López Obrador no se ha detenido a sopesar la posibilidad de que una consulta decida si quiere o no al Ejército en las calles realizando tareas de seguridad. No. La militarización va porque va. Los militares llegaron para quedarse mucho tiempo y cada vez acaparan más espacios sin rendirle cuentas a nadie. Así es el poder presidencial en su plenitud y así es el poder militar.
Con o sin justificación, los militares operan en todo el país como Fuerzas Armadas y como policías, un binomio que se multiplica por doquier sin resultados claros todavía en materia de seguridad pública, de tal suerte que lo primero que cualquier ciudadano se pregunta es: ¿Para qué quiere el gobierno militarizar todo el territorio? Hay varias razones que se aproximan a una explicación.
Recientemente, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo en una de sus habituales conferencias mañaneras que cambió de opinión con respecto a la militarización cuando se dio cuenta de la magnitud del problema de inseguridad pública que enfrentaba el país cuando asumió la presidencia, en 2018; que para él fue claro que con la Policía Federal en las condiciones en que estaba no se iba a poder enfrentar el problema, pues dicha corporación arrastraba vicios de origen: corrupción, ligas con el narcotráfico y con otras modalidades del crimen organizado.
Pregunta: ¿Acaso esto no lo sabía López Obrador desde que era candidato? ¿No lo sabía quien como activista y candidato presidencial en tres ocasiones había recorrido todo el país? Todo México conocía con pormenores y detalles la crisis de seguridad que enfrentaba el territorio. En medio de esa crisis ampliamente sabida López Obrador reiteró muchas veces que no estaba de acuerdo con militarizar el país y que los uniformados de verde olvido debían regresar a sus cuarteles para dar paso a un proyecto policiaco construido y operado por civiles.
Sin embargo, poco después de que asumió la presidencia de la República, según lo dicho por el propio López Obrador, resulta que abrió los ojos a la realidad y por esa razón cambió de opinión. Todo esto huele a rollo. A demagogia pura.
Lo cierto es que el país estaba –y sigue –sumido en una barbarie: ya eran realidad cotidiana las matanzas, desapariciones, cobro de piso, secuestros, venta de drogas, trata de personas, tráfico de humano, lavado de dinero, corrupción institucional –por citar sólo algunos flagelos perniciosos — y eso justificó, en el sexenio de Felipe Calderón, declarar una guerra contra el crimen, guerra fallida, guerra cómplice porque de esta aventura bélica surgió Genaro García Luna, el principal narco del sexenio a quien se le han documentado nexos con el cártel de Sinaloa porque, precisamente los hombres de ese grupo criminal, pagaron para tenerlo de aliado en la Secretaría de Seguridad Pública Federal. Y Calderón fue cómplice de este negocio criminal que surgió al amparo de una guerra dizque para destruir las redes del crimen. Todo fue una farsa.
Como farsa parece –otra vez –el planteamiento de que la militarización obedece a la emergencia de seguridad que enfrenta el país y a la ausencia de una policía eficaz y honesta. Si no existe policía eficaz y honesta es porque López Obrador decidió destruir la Policía Federal en vez de sanearla y fortalecerla; y el cuento de la militarización tiene otros fines que no propiamente tiene que ver con la emergencia nacional ante los embates del crimen organizado, aunque esto sea una realidad posiblemente provocada desde el poder.
El fondo de todo es el proyecto transexenal de López Obrador. Entre todos los proyectos que lanzó en su sexenio hay uno del que poco se habla pero existe: el Corredor Inter-Océanico en el Istmo de Tehuantepec que abarca 79 municipios distribuidos entre Veracruz y Oaxaca.
Es un mega-proyecto de desarrollo que consta de un canal Inter-Oceánico, una red portuaria y aeroportuaria, ferrocarril entre dos océanos, amplias facilidades para el comercio exterior, una veintena de plantas industriales y algo más:
–Un impulso de desarrollo en una región olvidada con alto potencial; movimientos ágiles y seguros para el comercio internacional; diez polos de desarrollo en una amplia zona de influencia para las industrias, incrementos en capacidad portuaria; un ferrocarril que conecta dos mares y a México con el mundo; plataforma logística, polos de atracción de inversiones productivas, competitividad de la región: incentivos y zona libre, así como integración a cadenas globales de producción y comercio.
Para el desarrollo de todo este proyecto se están inyectando miles de millones de dólares principalmente de empresas trasnacionales con asiento en Estados Unidos. Estos grupos extranjeros son los principales “ganones” de este jugoso negocio. Y precisamente la exigencia del gobierno de Estados Unidos es que estas inversiones, así como las empresas y sus empresarios, tengan seguridad garantizada.
Esto explica, entre otras razones, la militarización de los puertos mexicanos. También el de las aduanas y aeropuertos. El gobierno de Estados Unidos no confía en las policías mexicanas y por ello exige –de otro modo se pondrían en riesgo las inversiones –seguridad y, de acuerdo con su visión, ésta sólo puede ser garantizada con los militares recorriendo todos los rincones de México.
El cambio de opinión de López Obrador poco tiene que ver con el tema de la seguridad pública que enfrenta la gente todos los días. De las matanzas y balaceras ya ni siquiera se detiene a reflexionar en las conferencias mañaneras: el único objetivo del presidente es la salvaguarda de los capitales extranjeros que se están invirtiendo –y todo lo que está en juego como negocio –y se invertirán en esa región del sureste en los próximos años y que constituye, en suma, su proyecto transexenal porque el canal Inter-Oceánico no se concluirá en este sexenio sino hasta finales de la siguiente administración, es decir, por allá del 2028, de ahí la propuesta de que la presencia militar se prolongue hasta ese tiempo. (Bien se dice que en política nada es casual: todo está calculado).
Con este proyecto transexenal López Obrador continuará en el poder, pero detrás del trono: de ahí que su principal inquietud sea dejar en la presidencia de la República a una mujer o a un hombre que le garantice esa continuidad para consumar lo que él ha llamado “La Cuarta Transformación”, pues de otro modo se correrían demasiados riesgos.
La propuesta de que la Guardia Nacional dependa completamente de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) desató polémicas y severos cuestionamientos. Pero ya se aprobó con todo y que el jefe de la bancada de Morena en el Senado, Ricardo Monreal, dijo que se discutiría a fondo. La pasaron fast track, lo que ofreció públicamente que no se haría. Otra farsa.
Y otra farsa más –o así lo parece –es el enojo de los líderes del PAN y PRD, así como de algunos priistas, al conocer la propuesta de una diputada aliada de Alejandro Moreno que propuso que el Ejército se mantenga en las tareas de seguridad hasta el 2028. Según los panistas y perredistas, dicha propuesta puso en riesgo la alianza opositora “Va por México” porque rompe con los acuerdos originalmente sellados de construir un verdadero bloque opositor; lo cierto es que la iniciativa le viene como anillo al dedo al presidente por el tema de su proyecto transexenal y, de paso, rompe la alianza opositora, una alianza de papel, una alianza falsa que era, ante todo, un juego político porque de oposición nada tiene: todos están de acuerdo y al final terminarán aliados a Morena y a los intereses del presidente porque para ellos –y para todos –la política siempre ha sido un gran negocio.
Lo peor de esta farsa es que ahora Alejandro Moreno –Alito –pasó a ser el gran político que se preocupa por México al proponer y defender una prolongación de las tareas militares en el país hasta el 2028. Y de ser el más ruin y apestado luego de la andanada de exhibiciones realizadas por Layda Sonsores –gobernadora de Campeche –a través de su programa “La Hora del Jaguar”, pase a ser uno de los más aclamados por el presidente y su séquito. Y de paso, pues ya libró la cárcel. Así está este estercolero.
APUNTES DEL SUBSUELO
NOS CUENTAN QUE LA OFICINA privada del exconsejero jurídico de la presidencia, Julio Scherer Ibarra, está muy activa: que no ha dejado de ser consejero del presidente, pues desde su despacho está a cargo de las iniciativas, asuntos legales y temas delicados sólo que desde las sombras, es decir, sin reflectores. También nos afirman que está realizando reuniones con empresarios importantes del país y que una de las asistentes es la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, aspirante presidencial, quien a su vez también ha sostenido reuniones privadas con operadores políticos y aliados suyos que están trabajando a marchas forzadas para subir su puntaje en la encuesta que decidirá próximamente quien será el próximo candidato de MORENA la presidencia de la República. Dichas reuniones se realizan en privado y muchas veces los asistentes aducen que vienen a la ciudad de México a un curso o a recibir algún tipo de apoyo del gobierno de la ciudad de México para sus municipios…pero todo esto es parte del trabajo que soterradamente realiza Sheimbaum para apuntalar su proyecto político hacia el 2024. ¿Todo esto lo hará con línea de López Obrador? No se entiende de otro modo.
EL PROYECTO DEL CORREDOR INTER-OCÉANICO en el Istmo de Tehuantepec significará un detonante para la economía en el sureste de México; como se dijo líneas arriba consta de diez parques industriales: cinco para Veracruz –dos de ellos están en el municipio de Coatzacoalcos –y cinco para el estado de Oaxaca. La extensión territorial abarca 19 municipios de ambos estados. Es algo impresionante que no es un invento del actual gobierno: ese proyecto existe desde el gobierno de Porfirio Díaz, pero hasta ahora se está desarrollando con inversión extranjera.
En los municipios de la región hay una preocupación profunda: observan la inmensa oportunidad que existe para crear miles de empleos en beneficio de la gente, pero algunos alcaldes consultados, como el de Coatzacoalcos, Amado Cruz Malpica, de Morena, tienen mucho sentido: tiene que ver con la contratación de jóvenes y de personas en edad productiva por parte de las empresas que, como mínimo, exigirán entre sus requisitos que otengan la secundaria terminada.
Nos dice el alcalde Cruz Malpica que ya trabaja en un ambicioso proyecto, con el apoyo del IVEA, para abatir rezagos en materia educativa. Resulta que el municipio de Coatzacoalcos tiene nada menos y nada más que 65 mil analfabetas entre quienes se cuentan personas que no han terminado la primaria; en su mayoría de trata de jóvenes con potencial productivo pero que, por diversas razones económicas y/o sociales, no pudieron estudiar o terminar ni siquiera la primaria.
Cruz Malpica, observa esta realidad y cuestiona: Cómo vamos a abatir el desempleo si primero no trabajamos en alfabetizar a nuestros jóvenes y adultos en edad productiva para que puedan tener acceso a un oficio calificado y, en consecuencia, a un empleo seguro ahora con esta avalancha de oportunidades que significará el Corredor Transistmico.
Y es que, de ser una de las ciudades más prósperas en la época del llamado Boom Petrolero, la ciudad de Coatzacoalcos está en ruinas: hay desempleo, inseguridad, cierre de negocios, cancelación de empresas, devastación ecológica, entre otros problemas, como consecuencia del rezago que causaron los anteriores gobiernos estatales y municipales en Veracruz. En pocas palabras, es una ciudad abandonada.
Cruz Malpica gobierno entre escombros y restos del pasado. Ahora le toca recomponer el municipio y se ha propuesta la tarea titánica de alfabetizar a jóvenes y adultos en edad productiva para abrirles la posibilidad de una capacitación técnica y, así, poder obtener un empleo seguro.
El proyecto es interesante y bien puede ser un modelo para otros gobiernos: Lo primero que está haciendo es organizar a la sociedad manzana por manzana; ha nombrado jefes de manzana que atienden la problemática social: aprovechando la conectividad, los habitantes de una manzana están en contacto con el jefe de la misma: le comunican temas de carencia de servicios y los relacionados con la seguridad para que se atiendan. Ahora estarán a cargo de alfabetizar y el compromiso es que en seis meses en Coatzacoalcos ya no haya analfabetas. Ese es el reto del alcalde, de cada jefe de manzana y de sus habitantes; para ello, se crearán grupos o brigadas de capacitación que todos los días impartirán clases tanto a jóvenes como a adultos que no aprendieron a leer ni a escribir. Es un reto noble que evoca los tiempos de Fidel Castro en Cuba: cuando tomó el poder el jefe revolucionario lo primero que hizo fue abatir el analfabetismo: creó brigadas que salieron a recorrer la isla para resolver ese rezago injusto.
En México no se puede hablar de una Cuarta Transformación sin que dos problemas de fondo estén resueltos: el analfabetismo y el hambre. Estos debieron ser los pilares sexenales de Andrés Manuel López Obrador: que al término de su mandato México estuviera libre de iletrados y de hambrientos. Pero lamentablemente los pobres han aumentado y el hambre también. Son el semillero electoral.
Ricardo Ravelo
Ricardo Ravelo Galó es periodista desde hace 30 años y se ha especializado en temas relacionados con el crimen organizado y la seguridad nacional. Fue premio nacional de periodismo en 2008 por sus reportajes sobre narcotráfico en el semanario Proceso, donde cubrió la fuente policiaca durante quince años. En 2013 recibió el premio Rodolfo Walsh durante la Semana Negra de Guijón, España, por su libro de no ficción Narcomex. Es autor, entre otros libros, de Los Narcoabogados, Osiel: vida y tragedia de un capo, Los Zetas: la franquicia criminal y En manos del narco.