Un día antes de que se discutiera en el Senado de la República la minuta de la Cámara de Diputados para ampliar el plazo de marzo del 2024 a marzo de 2028 la presencia de las fuerzas armadas en labores de seguridad pública, apareció una fotografía. En ella se ve al artífice de la Coalición Va por México, Claudio X González, supervisando, a nombre de la “sociedad civil”, a los senadores de la oposición. Que un heredero de la empresa de papel Kimberly Clark por el que nadie ha votado se presente amparado por los senadores antes de una discusión sobre la seguridad pública es motivo de preocupación. Los que le escoltaban en la fotografía eran senadores de Acción Nacional como Kenia López o Gustavo Madero Muñoz, panistas sin partido como Emilio Álvarez Icaza, y la priista sin cargo, Beatriz Pagés Rebollar, quien el 16 de septiembre pasado aseguró en sus redes que el Presidente López Obrador quiere dejar como sucesor a un general del ejército. Antes había asegurado, en un programa de Alazraki, que el aeropuerto Felipe Ángeles recibía “venezolanos” que iban a cometer actos terroristas en Estados Unidos. Por su parte, Álvarez Icaza, quien fuera presidente de la Comisión de Derechos Humanos del DF durante ocho años, en los sexenios de Fox y Calderón, dijo para la revista Expansión que a las fuerzas armadas se les utiliza para “labores tan absurdas como el reparto de fertilizantes”. Está claro que quienes acompañaron a Claudio X. González tienen un sesgo de furia e irritación contra la propuesta que llegó al pleno del senado.
Pero el debate en el senado tuvo dos vertientes: por un lado, reafirmar, como expresó en tribuna Kenia López de Acción Nacional, “que sí hay oposición” y, por el otro, arrojó lo peor de las tentaciones autoritarias de varios senadores que llamaron a cambiar la estrategia de seguridad para volver a la guerra contra el crimen organizado de Felipe Calderón. De eso trata esta columna y por eso los llamo “violentos”.
Del debate que volvió a la comisión dictaminadora, la senadora más llamativa fue Kenia López, senadora plurinominal por el Distrito Federal. Primero se refirió a la “represión” del gobierno y, para ilustrarla, aseguró que a eso se debían miles de los presos que aún no tienen sentencias. Luego verbalizó: “Quieren ocupar granadas y rifles para amenazar a los que piensan diferente. Quieren ocupar las bayonetas y misiles para mermar a las instituciones electorales. Usar bazucas y tanquetas para despojar a la gente de sus propiedades”. Al terminar entró en una contradicción que ha sido la de la oposición durante todo este debate: o bien López Obrador quiere abrazos y no balazos o bien quiere militarizar al país. La Senadora Kenia López las revolció en la misma frase. Dijo: “Esto nos acerca a la dictadura. Ustedes que dijeron que todo lo iban a arreglar con abrazos. Hay una tentación por violar los derechos humanos constante. Hoy vamos a definir si hay oposición”.
Otro panista, Damián Zepeda, no tuvo rubor para asegurar que se había presionado al PRI para que hiciera la iniciativa en la Cámara de Diputados a cambio de no desaforar a su dirigente, “Alito” Moreno Cárdenas. Pero, nuevamente, se percató de su contradicción y corrigió: “O hay un pacto de impunidad (con “Alito”) o hubo un abuso de poder (contra él).” Luego, abordó el otro tema, el de la estrategia de seguridad. Profirió las siguientes frases: “Hoy México está bañado en sangre. ¿Qué ha hecho el gobierno: arrodillarse frente al crimen organizado. Lo vimos en Culiacán. ¿Qué ha hecho la Guardia Nacional? ¿Qué ha hecho el Ejército? Nada”. Sintiendo que la simple negativa al dictamen le hacía falta una propuesta de salida, Damián Zepeda aseguró sin vergüenza alguna: “Estamos de acuerdo siempre y cuando lo hagan (los militares) de manera subordinada a un cuerpo principal de policía civil que no existe”. Así, el senador dejó en claro que si las fuerzas armadas regresaran a sus cuarteles en 18 meses, la seguridad pública recaería en una policía civil inexistente. Así de claro.
Xóchitl Gálvez, quien fuera comisionada de Pueblos Indígenas del gobierno de Vicente Fox, no tuvo miedo al éxito cuando afirmó: “Ustedes creen que el ejército cambió, no cambió. Todos sabemos la bola de generales que pactaron con el crimen organizado en el pasado. Lo correcto es fortalecer a las policías municipales.” Por alguna razón la senadora Gálvez piensa que los policías municipales no pactan con el narco y que la civilidad es un manto de inocencia y pureza. Si algún día visitara algún municipio se llamaría a sorpresa. Sobre el asunto de la oposición, tampoco hizo autocrítica, sino que aseguró, sin más pruebas que su oratoria, que el gobierno había comprado senadores, cuando aseguró: “No les alcanzó todo el dinero del mundo para corromper a la gente”.
Emilio Álvarez Icaza del llamado “Grupo Plural” y quien llegó por el PRD al Senado pero decidió no tener partido, dirigió su mensaje con imágenes de una manta de 50 metros en la Estela de Luz que decía “no al Golpe de Estado”. Se refirió a la intención de la minuta aprobada por los diputados como una que “lo que busca es reventar una alianza opositora”. Al igual que Claudio X. González, el senador no quiere tener partido pero defiende a la Coalición que va de lo electoral a lo legislativo y que pretende atorar cualquier cambio constitucional.
Llamó también la atención el discurso del hermano del exgobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, uno de los estados más inseguros del país, Antonio García Conejo del PRD. Empezó diciendo: “Estamos aquí porque Alito preeentó una iniciativa para ampliar el plazo de la presencia de las fuerzas armadas”. El senador no tuvo en consideración que la iniciativa del PRI la propuso una diputada, Yolanda de la Torre, a la que “invisibilizó” al darle todo el crédito al dirgente nacional del partido con el que el PRD sigue coaligado. Pero avanzó en el otro tema, el de la seguridad pública para 2024 y se preguntó: “¿Cómo va a funcionar algo que no ha funcionado. ¡Chingao! No sean necios. Les aseguro que en este momento hay gente que está velando un familiar”. Luego se aventó con todo contra la estrategia que sigue la Guardia Nacional. Dijo: “Disuasión significa que se gasta gasolina recorriendo calles y caminos. Ese dinero no le servirá a la madre que tiene niños con cáncer. El fertilizante aumentó en 300 por ciento. Neta del planeta: no se rajen. Esta reforma no puede pasar. No nos vamos a rejar porque viva México”. Y el hermano del ex gobernador de Michoacán pasó a dar El Grito en tribuna.
Llenos de contradicciones entre lo que hay y lo que no, el dirigente del Partido Movimiento Ciudadano, Clemente Castañeda, expresó paradoja, un contrasentido cuando dijo: “Si el Presidente siente hoy que no puede, que pida ayuda. Empiecen por confesar que no han podido y que que no confiesen un fracaso cuando les falta todavía año y medio para enfrentar su responsabilidad”.
Julen Rementería del Puerto, coordinador Acción Nacional, quien firmara en el senado, el 2 de septiembre del año pasado la “Carta de Madrid” del fascista partido español Vox, no tuvo miedo a la estadística cuando aseguró: “Hay más muertos que nunca, más violaciones que en la historia. Quieren seguir con lo mismo, pues está de locos. La estrategia de seguridad no ha resultado en ningún régimen democrático”.
La nota del desvarío conceptual la puso el senador Germán Martínez, quien duró seis meses al frente del IMSS y que renunció “debido a la injerencia perniciosa de la secretaría de Hacienda”. Martínez Cáceres empezó su intervención diciéndole al coordinador de Morena, Ricardo Monreal: “Usted no sólo tiene mi respeto sino mi nombre y mi firma para que usted ocupara la presidencia de la mesa directiva y todos los que hoy llama “febriles” también pusimos su nombre en lugar del de Armenta”. Habiendo ofendido al actual presidente del Senado, le preguntó a Monreal: “Extender más el plazo para ver cuántos más agarra Adán Augusto y le quita la canidatura a usted y le da un codazo a Claudia Sheinbaum y se baja Ebrard y se luce con el presidente. ¿Cuánto tiempo necesita, allá andaba en el Hotel Emporio? ¿Qué diferencia hay entre eso y el estado de sitio, el estado de excepción? ¡Que se decrete en algunos estados el estado de excepción, que se les venza a los criminales, que se les venza a los asesinos de Zacatecas y Michoacán! Un estado de excepción, pero lo que ustedes quieran es un toque de queda chiquito.” Al senador se le pasó una diferencia entre ampliar el plazo de las fuerzas armadas en seguridad pública y lo que sí intentó su antes jefe, Felipe Calderón: el estado de excepción por el cual se suspenden las garantías individuales de la Constitución. Al contrario del estado de excepción, de lo que se trata hoy es de darle un marco legal a la actuación de las fuerzas armadas, no de darles un espacio por fuera de la ley, que es el principio del estado de excepción. Por eso Germán Martínez sacó el premio a la confusión de conceptos.
A Dante Delgado, dirigente permanente del Partido Movimiento Ciudadano desde que se llamaba Convergencia, se le fueron las palabras y acabó diciendo una frase que, queremos creer, no tenía intención de decir: “Discutamos la posibilidad de que las policías estatales y municipales estén en coadyuvancia con la delincuencia organizada”.
Al final perdieron nuestro tiempo discutiendo si se podía o no regresar el dictamen a comisiones para que, como lo adelantó Beatriz Paredes, del PRI, se dieran más garantías de civilidad a las fuerzas de seguridad pública. Nada se perdió ni se ganó con el debate en el Senado pero lo que sí pudimos ver todos fue que, además de la incertidumbre por su Coalición, a los partidos del McPRIAN les sale la tentación de volver a tener una política de seguridad de mano dura, que suspenda garantías en ciertos estados, y que se le de más dinero del presupuesto a lo que, de por sí, ya había fallado, que eran las policías estatales y municipales. Como lo supo decir, casi sin querer, un senador de Acción Nacional: hay que fomentar a una policía civil que todavía no existe.
Fabrizio Mejía Madrid
Es escritor y periodista. Colabora en La Jornada y Aristégui Noticias. Ha publicado más de 20 libros entre los que se encuentran las novelas Disparos en la oscuridad, El rencor, Tequila DF, Un hombre de confianza, Esa luz que nos deslumbra, Vida digital, y Hombre al agua que recibió en 2004 el Premio Antonin Artaud.