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Sonidos de Grecia II – SinEmbargo MX

Pan, el sátiro, mitad humano mitad macho cabrío, era conocido por su apetito y potencia sexual. La pasaba bastante bien persiguiendo ninfas. Pero se enamoró de Sirinde que, escapando de sus intentos de ser poseída, se arrojó al vacío convirtiéndose en cañada. Pan sufrió tanto que de los restos de la ninfa creó la flauta. ¿De dónde salió Pan? Existen varias versiones, me gusta aquella según la cual era hijo de Penélope. Aburrida de esperar a Ulises tuvo sus “queveres” con algunos visitantes de Ítaca, y de todas esas uniones lujuriosas nació Pan, “el hijo de todos”. Pan era violento e irascible. Si alguien lo molestaba durante su siesta reaccionaba con furia. Debussy lo inmortalizó en su Preludio, una música sensual en la que lo sorprendemos con ánimos eróticos resultado de sueños húmedos.

Aulos era un instrumento de viento doble. Se asocia con Dionisio el dios de la ebriedad. Es también la pérdida del sentido y la evasión de la energía por los dos conductos. Su sonido es primitivo. En Grecia acompañó a los artistas, a los deportistas, a las ménades, a los actores de teatro, a los ritos y ceremonias. Palas Atenea inventó el aulos del hueso de un ciervo. Al ver su cara deformada por el soplido del instrumento, las otras diosas, sus rivales, se burlaron. Atenea arrojó el instrumento y maldijo a quien lo tocara. Un sátiro, Marsias, lo encontró y descubriendo su bello sonido, desafió a Apolo y a su lira. Las musas fueron convocadas como jurado. Después de una contienda en la que no se decidía quien sería el ganador, pero todo apuntaba a Marsias, el ventajoso Apolo lo retó a tocar los instrumentos al revés. La lira se escuchaba perfectamente, en cambio el aulos emitió un sonido espantoso. Marsias perdió. Apolo lo condenó a morir desollado. Desde el punto de vista del experto en mitología griega, Karl Kerenyi, del despellejamiento de la bestia, surge el hombre racional.

A pesar de que casi no dejó registro, la música griega es considerada uno de los más preciados regalos de los dioses. Apolo fue capaz de la más dura violencia y del más alto espíritu, por eso es el dios de la música. Entre otras cualidades este arte eleva el espíritu al más alto horizonte, pero también es capaz de revelar el horror, una especie de pérdida del paraíso o del alma.

Gracias a la literatura y a grandes escritores y sus maravillosas narraciones casi podemos mojarnos con la lluvia, sentir el viento, oler y saborear la comida o escuchar los bombardeos y explosiones de una guerra. El poder de un escritor lleva las imágenes a ser sonoridades. De igual forma, el trabajo de compositores, músicos y artistas sonoros ha permitido acercamientos sorprendentes.

Los sonidos, su ritmo, tonalidad, dependiendo del estilo, son un vehículo para contar historias, manifestar emociones, sensaciones y sentimientos que nos ayudan a reconstruir otras épocas. Más que la pintura o la escultura, la reconstrucción de una atmósfera musical es por demás compleja. En la historia del cine ha sido compañera de los momentos de introspección y de alegría, lo mismo que en fondo de las grandes épicas. Una buena música completa o no la belleza de una escena, agrega tensión dramática y suspenso. ¿Cómo no pensar en las aterradoras bandas sonoras de Psicosis, Exorcista o Tiburón? Por el contrario, películas pobres en contenido, llegan a ser consideradas obras maestras gracias a la música. Ejemplo de esto son González Iñarritu y Kubrick. El primero, genio de la publicidad y el videoclip. En su película Birdman, en mi opinión, tedioso relato construido en un simulado plano secuencia, es la música lo que atrapa al espectador. La banda sonora de Antonio Sánchez imprime una vertiginosidad que aturde y que nos obliga a dejarse ir a su merced. La irrupción del Ruckert lieder de Mahler en medio de la pesadilla o la emocional Segunda Sinfonía de Rachmaninov mientras el personaje flota en el aire, son muestra de la habilidad de González Iñarritu más como videoclipero que como director de cine. Sus pretensiones fallidas encuentran un buen puerto, ¿quién puede resistirse a escuchar tanta belleza? En el caso de Kubrick, no importa si un chango avienta un hueso o si una nave espacial flota en algún sitio del universo los Strauss, Johann o Richard, o La Lux aeterna de György Ligeti sirven de fondo a cualquier escena. O acelerar la emoción de un delincuente que se deleita con el sexo, las drogas y la violencia teniendo como soporte a Beethoven. A pesar de considerarse de culto, en mi opinión, las películas de Kubrick han envejecido mal, salvo por la música que, conforme el tiempo pasa, son más apreciadas. Pero Grecia jamás envejece, es por siempre joven y sigue vigente. Con los siglos se intensifica su estudio para desentrañar toda aquella memoria que en muchos casos quedó tallada en las piedras y prácticamente se perdió.

Curiosamente, la Ilíada y la Odisea de Homero aún se declama en algunos sitios de Grecia y los Balcanes. Voz viva y actual propagada en el tiempo, cuya esencia es la palabra, nos permite, con los ojos cerrados, escuchar con todo el cuerpo. Los grupos que aún la representan se transforman en una especie de encarnación de espíritus antiguos. Nuevas ménades, aedos y rapsodas que fungen como chamanes para llevarnos a transitar por la antigüedad.

En su mayoría mujeres, niños y ancianos, muchas veces se ha interrogado a estos intérpretes por qué se resisten a escribir y se mantienen ajenos a la transmisión de la épica como no sea oral. Al negarse a documentar de forma escrita, aceptando sus agregados, accidentes, hasta olvidos y espontaneidad se ha convertido en un canto móvil en el tiempo. Contrario a lo que se piensa, ninguna modificación se considera un error. Son improvisaciones válidas que la actualizan y le quitan rigidez. Para quienes siguen cantándola, es una vía mucho más fidedigna que la escrita y atrapada, tarde o temprano, en un libro. La confianza en la palabra y en el relato oral es más antigua que la de los libros que pueden modificar su manera de contar, ser rígidos por motivos religiosos o políticos y de censura según la época. No debemos olvidar que grandes escritores han sido mutilados por considerarse non gratos por sus contenidos.

La tradición oral o cantada en boca de rapsodas, acompañados de sus liras, aedos que golpeaban un bastón para marcar el ritmo y posteriormente juglares y trovadores que iban de pueblo en pueblo por toda Europa llevando noticias, chismes, chistes, contando gestas de héroes, cantando el amor cortés, permitió que la cultura se difundiera como hoy la conocemos.

La música de Occidente es fruto de la intuición griega, sumada a la sabiduría ancestral de Medio Oriente y a la intención de los primeros cristianos de propagar la Buena Nueva y convertir a los paganos en parte de su universo. Un universo que sería semilla para ser cosechada en todas las épocas. Hasta hoy los sonidos de Grecia reverberan como una presencia plena, invisible, llena de poesía, de sustancia y de imaginación. Vean si no.

Debussy Preludio a la siesta de un Fauno:

Una escena de 2001 Odisea en el espacio con la extraordinaria música de Richar Strauss:

 @suscrowley

Susan Crowley

Nació en México el 5 de marzo de 1965 y estudió Historia del Arte con especialidad en Arte Ruso, Medieval y Contemporáneo. Ha coordinado y curado exposiciones de arte y es investigadora independiente. Ha asesorado y catalogado colecciones privadas de arte contemporáneo y emergente y es conferencista y profesora de grupos privados y universitarios. Ha publicado diversos ensayos y de crítica en diversas publicaciones especializadas. Conductora del programa Gabinete en TV UNAM de 2014 a 2016.

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