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Sistema de salud estilo Dinamarca

Hospital de Especialidades Materno Infantil IMSS en Juchitán de Zaragoza, Oaxaca. Foto: Presidencia

Del largo catálogo de proclamas del Presidente Andrés Manuel López Obrador que más críticas o polémica han generado está su compromiso de construir en México un sistema de salud pública estilo Dinamarca, este país escandinavo que se distingue por su extendido sistema de Estado de bienestar.

López Obrador lanzó esta promesa al comienzo de su sexenio en diciembre de 2018, pero apenas a un año de arrancar se presentó la pandemia por COVID-19 que trastocó todos los planes. Dos meses antes de presentarse los primeros casos de contagio de COVID-19 en marzo de 2020, el Gobierno de la Cuarta Transformación había creado, por decreto presidencial, el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) con la misión de “proveer la prestación gratuita de servicios de salud, medicamentos y demás insumos asociados a las personas sin seguridad social” y con la visión de crear al futuro un “Sistema Nacional de Salud universal y equitativo”.

En diciembre de 2022, en una gira por Oaxaca, y ya casi extinguida la pandemia, López Obrador volvió a prometer un sistema estilo Dinamarca, o mejor, dijo al aumentar la apuesta: “Vamos a dejar un sistema de salud pública de primera. Se ríen de mi los adversarios opositores, conservadores, corruptos, cuando digo que vamos a dejar un sistema de salud como el de Dinamarca, dicen: ‘jajaja’ se ríen, no ven que soy hombre de palabra y no va a ser como el de Dinamarca, ya lo pensé bien, va a ser mejor”.

Pero la promesa presidencial ha sido puesta en duda por la sorpresiva desaparición del Insabi aprobada el martes 25 de abril por los diputados del Movimiento de Renovación Nacional (Morena) y sus partidos aliados del PT y el Verde. Toda la oposición votó en contra y señalaron que la extinción del Insabi era una muestra del fracaso del sistema de salud estilo Dinamarca prometido López Obrador. Y legisladores de oposición, tanto del PAN como de Movimiento Ciudadano, pidieron el regreso del Seguro Popular, el programa de salud para la población sin seguridad social creado durante el sexenio de Vicente Fox y que fue cancelado por el actual Gobierno.

La apuesta ahora del Gobierno de López Obrador es que las funciones del Insabi serán asumidas por el sistema IMSS-Bienestar que funciona ya en 19 entidades del país. Otros estados, como Jalisco, ya anunciaron que no se adherirán a este acuerdo.

Más allá del debate partidario, está claro que México está lejos de tener un sistema de salud como el de Dinamarca. Para empezar, las comparaciones son exageradas. México es un país de casi dos millones de km2 y 130 millones de habitantes. Dinamarca tiene la mitad del territorio de Jalisco (43 mil kilómetros cuadrados) y una población de 5.3 millones de personas. Además destina 11 por ciento de su PIB a salud mientras que México apenas 2.8 por ciento del PIB. Este año se aprobó un presupuesto de 209 mil millones de pesos, cuando el promedio de países de la OCDE es el doble.

Sí, puede que la extinción del Insabi sea un fracaso de la promesa presidencial, pero también es cierto que no teníamos un mejor sistema de salud pública en los anteriores sexenios priistas y panistas. De hecho fue en los pasados gobiernos que se apostó por la privatización de la salud, menguando el gasto en el sistema de salud pública. Hace falta mucho presupuesto pero especialmente un giro en la política de salud del país para poner de nuevo en el centro lo público por sobre lo privado.

Como falta tanto por hacer y porque muchos ya no creen en los partidos ni en el Gobierno, alguna poblaciones apuestan por sistema de salud no como el de Dinamarca, sino totonaco, como recientemente dieron a conocer Pueblos Unidos de la Región Cholulteca y de los volcanes y el Consejo Regional Totonaco, quienes convocaron al primer encuentro de salud comunitaria “la salud de nuestros pueblos”, con el tema ¿cómo abordar la diabetes en comunidad? que se llevó a cabo el 29 y 30 de abril en San Pedro Cholula, Puebla.

Señalan en su convocatoria que “Enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión, el cáncer, los problemas renales, etc., tienen un origen capitalista, el consumo de comestibles hiperprocesados, el uso de agroquímicos y transgénicos, el despojo del agua y la contaminación de la misma, la contaminación del aire y suelo son resultado de la producción y depredación capitalista. Los pueblos originarios y comunidades organizadas del campo y la ciudad no tenemos otra alternativa más que generar nuestras propias estrategias de promoción de salud como parte de la construcción de nuestra autonomía” (aquí se puede leer la convocatoria). Quizá la búsqueda de soluciones locales y comunitarias sea una mejor salida que esperar la promesa de contar con un sistema de salud estilo Dinamarca.

Rubén Martín

Periodista desde 1991. Fundador del diario Siglo 21 de Guadalajara y colaborador de media docena de diarios locales y nacionales. Su columna Antipolítica se publica en el diario El Informador. Conduce el programa Cosa Pública 2.0 en Radio Universidad de Guadalajara. Es doctor en Ciencias Sociales.
Twitter: @rmartinmar
Correo: [email protected]

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