De dónde charcos si no llueve, dice un dicho popular que podemos perfectamente adosar a la oposición en México. La tierra está yerma, no hay agua, nada crece en sus milpas. Tenemos una oposición seca de ideas y, sobre todo, de una figura que la represente.
Hay una desbordada alegría porque efectivamente el domingo pasado llovió. Las marchas en defensa del INE en todo el país despertaron la ilusión de la movilización ciudadana. Y sí, llovió y llovió fuerte. La duda es si fue solo una tormenta de calor, de esas que caen y se evaporan en el suelo árido tan pronto como las gotas tocan la tierra o es si es el inicio de un verano, aunque sea pequeño, que permitirá cosechar algunos frutos. Defender al INE y a la democracia no es sinónimo de estar a favor de la oposición, menos aún estar de acuerdo con los gobiernos que encabezaron.
Los personajes de oposición, las mujeres y los hombres que aparecen mencionados en las encuestas, no levantan pasiones. Miguel Mancera, Santiago Creel, Margarita Zavala, Beatriz Paredes o Enrique de la Madrid, representan, todos, un pasado indeseable. Peor aún, ni ellos ni los emergentes, como la senadora trásfuga de Morena, Lilly Téllez, o los emecistas Enrique Alfaro, Samuel García o Luis Donaldo Colosio, son capaces de generar una visión más allá de su oposición al gobierno de López Obrador. La sequía de ideas es directamente proporcional a la falta de emoción que transmiten. Es el presidente quien les dicta la agenda cada mañana, el que los coloca o descoloca con relación a los temas del país, el que les hace la campaña cada vez que golpea a diestra u siniestra y quien engrosa, a su leal saber y entender, al bando de los conservadores. Su vida política depende más de las menciones del presidente que su propia acción.
Hoy un voto por la oposición es un voto contra López Obrador. Es un voto anti 4T, no un voto por el PRI, por el PAN o incluso por MC. Y si bien es cierto que una buena parte del razonamiento del voto tiene que ver con el castigo al gobierno en turno, también lo es que eso no basta, que no es suficiente no digamos para competir, sino para hacer un papel decoroso que permita generar los mínimos equilibrios necesarios para el buen funcionamiento de las instituciones.
A quince meses de la elección no se ve una sola nube cargada en el horizonte ni huele a tierra mojada. Hoy las posibilidades de que haya charcos están más en que el presidente y los líderes de Morena rieguen el tepache a que lluevan algunas ideas en la oposición.