Decir “izquierda” es pronunciar un concepto que tiene muchos significados. De alguna manera es como un cajón de sastre a donde van a dar muchos retazos que se asumen parcial o totalmente como representativos de esa posición política e ideológica. Con esto quiero decir que hay gran confusión en la materia.
Después de la caída del Muro de Berlín, fue quedando como significado preponderante toda posición política que aspira a la equidad, en particular a las políticas públicas redistributivas, para favorecer a los que padecen la opresión en cualquiera de sus variadas manifestaciones, la democracia y legalidad como compromiso después de los totalitarismos del siglo XX que se prolongan como herencia nefasta hasta nuestros días.
Visto así, se trataría de un recurso para ver la política en una línea horizontal que a partir de un centro se corre en uno de sus extremos, advirtiendo que hay otro que le es opuesto.
Sea cual sea la visión que se tenga al respecto, sostengo que hoy en México se debe rescatar una propuesta de izquierda que tenga como característica muy importante una especie de compromiso histórico con la democracia.
Hay un cúmulo de interpretaciones de la transición del régimen autoritario a otro, característica que ha olvidado el carácter incierto del destino al que se llega una vez desencadenado el proceso. Y México es un ejemplo prominente de esto.
La izquierda histórica de nuestro país, en sus diversas expresiones buscó, por ejemplo, erosionar al viejo presidencialismo para que dejara de ser el eje prácticamente de todo en nuestra nación en favor de ciudadanos libres. Recuerdo, como síntesis, que se advertía que el Presidente de la república no era ni más ni menos que el titular del Poder Ejecutivo federal; pero nunca reconocerlo como el “jefe de las instituciones nacionales”, lo que en otras palabras podría ser un sinónimo de monarquía sexenal, tal como lo concibió don Daniel Cosío Villegas.
Ese planteamiento de la izquierda quedó atrás. Ha habido elecciones como la de 2018 que le dio un sobrado triunfo a Andrés Manuel López Obrador, y con él llegó un reforzamiento del presidencialismo como no habíamos imaginado en una transición completa a la democracia, no nada más procedimental y electoral. Hoy el Presidente de la república ejerce o se arroga funciones inimaginadas antes del año 2000 que, cambiando lo que haya qué cambiar, nos recuerdan el ejercicio político de que hizo gala Porfirio Díaz.
Los que preconizamos la transición, no buscábamos eso, lo que hay ahora. Y lo pongo como un ejemplo para plantear que es necesaria la creación de una plataforma de la izquierda democrática que se vaya abriendo espacios hacia una nueva concepción del Estado y la sociedad en lo que Cuauhtémoc Cárdenas ha llamado “democracia progresista”, que se fundamente en una especie de dialéctica de nuestra historia, en los diversos movimientos que han forjado al país a partir de la Independencia. Pero no sólo, también se incluyen las nuevas agendas sin las cuales la concepción quedaría trunca, y de lo que se trata es de edificar una nueva alternativa que no tiene porqué pensarse, necesariamente, rumbo a las elecciones de 2024, que han de despedir al actual Presidente de la república, sea cual sean sus resultados, en particular el previsible de Morena, en su calidad más de movimiento que de partido.
El libro del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, Por una democracia progresista. Debatir el presente para un mejor futuro, publicado por la editorial Debate a finales de 2021, postula la alternativa de convocar a una convención nacional para lograr conjuntar un haz de propuestas, un programa político y un rumbo para el país en esta difícil etapa. El ingeniero Cárdenas lo dice de manera mesurada: “contribuir a un mundo mejor (…), posible si, efectivamente, una mayoría de mexicanos nos decidimos”.
Eso se logrará si la alternativa deja de lado la adversidad complementaria a López Obrador que tiene para sí la oportunidad de colonizar todo el debate nacional. Acorde a una idea de Marx, el Presidente se puede considerar subjetivamente muy por encima del desarrollo histórico, incluso soñar que lo tiene en sus manos, sin darse cuenta que sólo es criatura de un proceso muy complejo, cuyo rumbo hay que fijar en coherencia por una izquierda democrática que sólo y únicamente compete a la mayoría de los ciudadanos, no de quien apoltronado en el poder se afana en construir una hegemonía polarizante y excluyente.
Tiene la palabra Cuauhtémoc Cárdenas, pero sobre todo la ciudadanía.
10 febrero 2023
Jaime García Chávez
Político y abogado chihuahuense. Por más de cuarenta años ha dirigido un despacho de abogados que defiende los derechos humanos y laborales. Impulsor del combate a la corrupción política. Fundador y actual presidente de Unión Ciudadana, A.C.