Tras años de litigio con esta empresa española, el pasado 4 de abril el Gobierno mexicano anunció la compra de 13 plantas de la compañía Iberdrola, por un monto estimado en seis mil millones de dólares, con lo que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) pasará a tener 55 por ciento del mercado de abasto eléctrico en el país. Durante el anuncio, López Obrador calificó la operación como una “segunda nacionalización” del sector eléctrico en el país.
Como cabía esperar, la operación del Gobierno con la corporación española Iberdrola fue motivo del polarizado debate nacional en tiempos de la Cuarta Transformación: los seguidores del Presidente aplaudieron la compra y festejan esta “segunda nacionalización” del sector eléctrico y comparan a Andrés Manuel López Obrador con otros grandes presidentes de la historia. En tanto los detractores del Gobierno la cuestionaron, dijeron que se compraba “chatarra” al criticar el tiempo que tienen ya en operación las plantas adquiridas, criticaron que se sigue apostando por los combustibles fósiles para generar energía y que con esta adquisición la CFE tiende hacia el monopolio de este mercado.
Negociada en sigilo, la transacción sorprendió a muchos, pues como han recordado columnistas como Alberto Najar, el Gobierno de López Obrador había criticado en diversas ocasiones a esta empresa a la que calificaba de “saqueadora” por haber recibido contratos ventajosos durante los gobiernos del panista Felipe Calderón Hinojosa y el priista Enrique Peña Nieto. Y muchas veces criticó que Felipe Calderón y otros exfuncionarios de su Gobierno como Georgina Kessel, ex secretaria de Energía, se convirtieron en empleados de Iberdrola.
Además el Gobierno mexicano negó a Iberdrola la renovación de algunos contratos en 2020 y 2022 e incluso la CFE había presentado una demanda contra la compañía energética española por incumplimiento de contrato. No obstante, recordó Najar, el mismo López Obrador había anticipado un arreglo con Iberdrola.
Y sorpresivamente, así ocurrió. El 4 de abril de 2023 López Obrador difundió un video desde un salón de Palacio Nacional, acompañado el secretario de Hacienda y Crédito Público, Rogelio Ramírez de la O y del presidente ejecutivo de Iberdrola, José Ignacio Sánchez Galán, y otros funcionarios del Gobierno y de la empresa.
En su mensaje, López Obrador detalló que las 13 plantas incrementan la capacidad total de generación de la CFE del 39 al 55 por ciento, y específicamente en la región noreste del país, la capacidad de la CFE aumentará del 7 al 45 por ciento. Precisó que el costo estimado de la operación fue de 5,943 millones de dólares. Y se espera que al final del sexenio, la capacidad de generación y distribución de la compañía estatal ascienda a 65 por ciento de la demanda nacional.
Tras esto, señaló: “Significa, sin exagerar, esta operación que le da mayoría en la generación de energía eléctrica a la CFE, significa el rescate de la CFE y es una nueva nacionalización de la industria eléctrica (…) Con esto resolvemos para el corto y mediano plazo el consumo de energía eléctrica que requiere el país en plano crecimiento y lo más importante de todo: de esta forma garantizamos que no aumenten los precios de la energía eléctrica a los consumidores”, dijo el Presidente.
En su mensaje el día del anuncio y al día siguiente en la conferencia de prensa que ofrece cada mañana desde Palacio Nacional, López Obrador subrayó que uno de los propósitos de su Gobierno es lograr la autosuficiencia en el abasto de combustibles. Por ello está invirtiendo en rehabilitar las refinerías, además se compró Deer Park en Texas, se terminó de construir la Refinería Dos Bocas, y se están construyendo dos plantas coquizadoras para convertir el petróleo en gasolina, dijo el Presidente.
En el video difundido por el Gobierno federal, también se recogen las palabras del presidente ejecutivo de Iberdrola, José Ignacio Sánchez Galán quien recordó que desde hace dos años se reunieron con López Obrador y les pidió negociar y llegar a acuerdos. “Dos años más tarde hemos dialogado, hemos negociado y hemos llegado a acuerdos”, y añadió el punto central de su mensaje: “Hemos entendido cuál es la política energética de su Gobierno y esa política nos ha llevado a buscar una situación que sea buena para el pueblo de México y que, al mismo tiempo, cumpla con los intereses de nuestros accionistas”, dijo. Es decir, la empresa española ya no quería lidiar con la política energética de la 4T contraria a la participación de los privados en la generación y distribución de energía.
En el mensaje triunfalista que lanzó el Presidente sostiene que al adquirir las 13 plantas de Iberdrola (12 plantas de ciclo combinado que funcionan con gas natural y vapor de agua) y una planta eólica, se llega a una “segunda nacionalización” de la industria eléctrica, comparándola con la primera que llevó a cabo el Presidente Adolfo López Mateos, pero omitió resaltar que si bien la compra de Iberdrola se respalda con recursos del Fondo Nacional de Infraestructura (Fonadin), en realidad será operada por un fondo de inversiones privado, el Mexico Infrastructure Partners que encabeza Mario Gabriel Budebo, quien fue subsecretario de Energía en el sexenio de Felipe Calderón. Hasta ahora no se ha detallado el monto de participación de este fondo privado, pero en los hechos no se trata de una “segunda nacionalización” como festeja el Presidente, sino en una transacción entre privados, mediada por el Estado mexicano.
Lo que sí se puede considerar es que esta transacción se convierte en el Plan B de la Reforma Energética que impulsaba López Obrador y el Gobierno de la 4T y que fue rechazada hace un año con los votos unidos de toda la oposición al partido gobernante Morena, y sus aliados en el Congreso de la Unión. Hay que recordar que uno de los objetivos de la Reforma Energética del Presidente era que la CFE tuviera mayoría en la generación de energía eléctrica, de alrededor de 54 por ciento. Ahora con la compra de Iberdrola el porcentaje de generación de energía eléctrica del Gobierno mexicano pasa del 39.6 por ciento al 55.5 por ciento en todo el país y prometió crecerla a 65 por ciento al final del sexenio. Si bien no es una nacionalización, lo que sí confirma es un viraje en la política energética vigente en los pasados cuatro sexenios que apostaban por el desmantelamiento de las empresas mexicanas (Pemex y CFE) a favor de las empresas privadas. La compra de Iberdrola confirma ese viraje en la política energética del Gobierno mexicano.
Rubén Martín
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