El Cartel del Noreste opera sin impedimentos ni de grupos rivales ni de las autoridades locales que muchas veces son cómplices de su actividad criminal. El grupo incluso ha secuestrado, en pleno día, a algunos defensores de los migrantes a quienes perciben como un obstáculo para sus actividades ilícitas.
Por Parker Asmann
Nuevo Laredo, 17 de marzo (Insight Crime).– El pastor acababa de llegar al refugio con las mollejas cuando le llovieron los mensajes. Mientras caminaba entre migrantes que recibían cortes de cabello y otros esperando algún servicio, su teléfono empezó a sonar.
El pastor salió del albergue. Un agobiante sol de mediodía relucía en su frente. Abrió el teléfono, dio un toque a la pantalla y lo presionó contra su oreja. Mientras oía los mensajes suspiraba.
Para entonces, el pastor se había acostumbrado a las amenazas del Cártel del Noreste (CDN), ramificación de los Zetas y agrupación dominante en Nuevo Laredo, polvorienta ciudad industrial en la frontera entre México y Estados Unidos, en el estado de Tamaulipas. Así que las nuevas amenazas eran más conmovedoras que sorprendentes.
“Ellos vigilan todos los refugios aquí”, le dijo a InSight Crime, mientras trataba de huir del sol. “Nos extorsionan a nosotros y a los migrantes”.
Casi todos los directores de refugios para migrantes en la ciudad están sometidos a presiones semejantes. El Cártel del Noreste opera sin impedimentos ni de grupos rivales ni de las autoridades locales que muchas veces son cómplices de su actividad criminal. El grupo incluso ha secuestrado, en pleno día, a algunos defensores de los migrantes a quienes perciben como un obstáculo para sus actividades ilícitas.
Su influencia no se limita a los refugios para migrantes. A lo largo de las riberas del Río Grande, vigías pagados siguen todos los movimientos a ambos lados del río. Otros miembros vigilan parques y plazas donde se sabe que se congregan los migrantes. También hay vigías en las terminales de autobuses, mirando quién llega de grandes ciudades, como Monterrey.
En los últimos años, las organizaciones criminales de México han ganado mayor participación directa en las ganancias derivadas del tráfico de migrantes. Y en Nuevo Laredo, el Cartel del Noreste lleva años manejando sofisticadas unidades de secuestro que retienen a los migrantes que vienen en camino a la ciudad fronteriza o deportados a ella.
Desde la pandemia, las cosas han empeorado para los migrantes. Políticas como el Título 42 aumentaron agudamente el número de potenciales víctimas para agrupaciones depredadoras como el CDN. La orden, supuestamente en pro de la salud pública y que sigue vigente después de su implementación inicial durante el mandato del expresidente estadounidense Donald Trump en la pandemia por coronavirus, cerró completamente los puntos de entrada para los solicitantes de asilo, lo cual obligó a muchos a quedarse esperando en ciudades fronterizas mexicanas, como Nuevo Laredo, a merced de los traficantes.
La política resultó beneficiosa para los portafolios, en continua expansión, de grupos criminales mexicanos. Además de la extorsión y el narcotráfico, la gran cantidad de migrantes en esta ciudad de casi medio millón de habitantes se han convertido en “el pan de cada día” para el Cártel del Noreste, según un activista de derechos humanos.
Sin embargo, el control sistemático del movimiento de migrantes y el secuestro de quienes se resisten es solo una muestra de la hegemonía criminal del grupo en la ciudad. Como vimos en una reciente visita a la zona, el CDN tiene un amplio portafolio, todo lo cual depende de su control casi absoluto de esta región.
NEGOCIO FAMILIAR HIPERLOCAL
Gran parte del poder del Cártel del Noreste en Nuevo Laredo se debe a su conformación hiperlocal y a las raíces históricas arraigadas en la ciudad. El CDN se formó hace cerca de una década, salido de las cenizas de los sanguinarios Zetas, quienes también surgieron en Nuevo Laredo. Pero Los Zetas se atomizaron después de varias muertes y de la captura de importantes líderes como Miguel Treviño Morales, alias “Z40” y Omar Treviño Morales, alias “Z42”.
De esas cenizas surgieron dos grupos disidentes rivales: el Cártel del Noreste y los Zetas Vieja Escuela. En Nuevo Laredo, el Cártel del Noreste ganó el pulso por el control a otras facciones de los Zetas y el Cártel del Golfo, que se extendieron más al este sobre un lado de la región Frontera Chica del mismo estado.
Esta victoria se explica en parte por el hecho de que el Cártel del Noreste siempre ha sido una empresa familiar. Juan Francisco Treviño Chávez, alias “El Kiko”, y sobrino de Omar y Miguel, asumió en un inicio el liderazgo del grupo. Después de su captura en 2016, el control del grupo pasó a otro familiar, Juan Gerardo Treviño Chávez, alias “El Huevo”, y el CDN tuvo una consolidación importante bajo la influencia familiar con tentáculos locales que le dieron ventaja competitiva.
Lo que ocurre aquí se diferencia bastante de lo que pasa en otros lugares de la frontera. En ciudades como Ciudad Juárez y Tijuana, y en el desierto de Sonora, los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (CJNG) migraron de su base para aprovechar oportunidades en diversas economías criminales. En muchos casos, han tenido que hacer alianzas con organizaciones locales para poder operar.
No es así para el Cártel del Noreste. En toda la ciudad, las siglas “CDN” brindan una imagen instantánea del alcance de la influencia del grupo. En nuestra visita, pudimos ver las siglas pintadas en muros de varias de las comunidades más marginadas de la ciudad, en negocios en el centro del mercado principal, y en casas que bordean las principales vías.
“El [Cártel del Noreste] decide lo que está permitido y lo que no”, comentó un funcionario de Gobierno que trabaja con la juventud en riesgo en una colonia controlada por el grupo.
Eso incluye la prohibición tajante de robos, asaltos de coches y asaltos a personas, según fuentes locales, así como el consumo y venta de drogas sintéticas, como las metanfetaminas. Por supuesto, sigue habiendo narcomenudeo y pequeños delitos en la ciudad, pero según algunas fuentes, el Cártel del Noreste es quien impone la “ley y el orden”.
Los miembros del cártel deciden sobre disputas desde desacuerdos barriales y administran castigos, a la par que supervisan el flujo de drogas, personas y otras mercancías de contrabando por el paso terrestre más transitado en la frontera entre México y Estados Unidos.
Es una realidad tensa para los residentes de Nuevo Laredo. Pero varias fuentes afirmaron que lo que se vive no es tan terrible como el periodo de intensos enfrentamientos entre el Cártel de Sinaloa y los Zetas, que tuvo su pico hacia 2012. En un hecho especialmente truculento ese año, casi dos docenas de cuerpos se hallaron o colgando de un puente o decapitados y arrojados cerca de la sede de gobierno de la ciudad.
Con solo un grupo dominante, estas muestras de violencia extraordinarias son menos comunes hoy, aun cuando las consecuencias de la desobediencia a las normas del CDN no lo sean.
“Si no se siguen las reglas, te secuestran o en ocasiones matan a quienes causaron problemas”, explicó el funcionario.
UN ARRESTO Y TENSA CALMA
En marzo de 2022, el Ejército mexicano capturó a Treviño Chávez, lo que desató una ola de extrema violencia, marcada por tiroteos de horas, incineración de vehículos y tiros contra el Consulado de Estados Unidos.
Treviño Chávez había sido durante muchos años un objetivo de alto perfil para los gobiernos estadounidense y mexicano, y, como ha sucedido en otros lugares, había quienes esperaban que la captura dejara un vacío de poder. Pero en nuestra reciente visita a Nuevo Laredo, varias fuentes relataron que el grupo no perdió fuerza tras el arresto del jefe del CDN y que no parecía que hubiera algún grupo desafiando el control.
“Eso no tuvo ningún impacto en las operaciones”, explicó el pastor. “Aún tienen control absoluto de todo”.
Los datos evidencian esto en parte. Las autoridades del estado registraron menos de 500 homicidios en 2022, y la tasa de homicidios en unos 13 por 100 mil habitantes situaron a Tamaulipas entre los estados menos violentos del país. Ambos datos reflejan el mantenimiento de la hegemonía criminal del CDN.
Pero se mantiene un conflicto soterrado entre el crimen organizado y las fuerzas de seguridad, y las tensiones se han acumulado en el último mes. En la madrugada del 26 de febrero, un convoy militar persiguió a varios individuos que conducían una camioneta pickup después de salir de una discoteca. Los vehículos se estrellaron y los soldados terminaron disparando más de 60 balas a los pasajeros, dejando muertos a cinco. Los vecinos dicen que fueron ejecuciones extrajudiciales, que dos de las víctimas recibieron tiros de gracia en la cabeza mientras yacían en el suelo.
“Es una paz ficticia”, comentó un líder religioso que habló con InSight Crime bajo la condición de que se mantuviera su anonimato por temor a represalias.
En estos días, reina una calma chicha en Nuevo Laredo con la hegemonía del Cártel del Noreste. Los residentes siguen ciñéndose a una guía de supervivencia básica. Las recomendaciones son simples. No salir de casa después de las 9 de la noche. Mantener una distancia segura si se observa una patrulla del ejército o un convoy de camionetas, tener en cuenta la dirección que tomaron e ir por el camino contrario.
*Victoria Dittmar contribuyó con reportería para este artículo.
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